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Fest caminaba solo, en la noche, cuando descubrió una mujer asomándose por una de las ventanas. Sacó un cigarrillo. Dudoso lo puso en sus labios. Lo prendió y pensó en la historia de un hombre que siempre caminó solo. Le gustan las personas cuyos ciclos les atan eternidades.

Luego recordó a la viejita del casting del día de hoy… Fue impactante. Salió del foro a las siete de la noche, y mientras armaban otro bloque de gente para el foro, puso el cigarrito en sus labios. Se acercó esa viejita y con una voz ronca, muerta, le dijo: “NO FUMES”. Lo primero que pensó Fest, fue: “El humo del cigarro debe hacerle daño. La cruz en el pecho me dice que enferma pronto.”

—No, gordo —dijo Ricardo—. La señora quiere decir “NO FUMES”.

Fest insistió en su proceso de pensamiento: “Seguro es sensible al humo”. La señora intentó hablar de nuevo. Fest lo razonó lentamente. Ella no podía hablar por la cruz de vendas que le tapaba el pecho. Ella levantó y pudo ver el agujero en la carne.

—CánCer De GarGANta —intentó decir la señora. Fest no evitó el rostro del horror—. Así ES joven. HA siDO HOrriBLE. YA NO fuMES.

Basta… Basta de llamarme así, cantó Fest cuando terminó el Casting. El agujero en el pecho de la señora cantaba. Más tarde regresó a casa. Se puso un cigarrillo en los labios. Miró a una mujer asomándose por la ventana.

La conversación, curiosamente, giró en torno al cigarrillo. Como todos eran inevitablemente fumadores. Como se habían acercado al vicio. Como el vicio les ayudaba a soportar el trabajo. Como reían, mientras el humo se escapaba de su nariz y sus gargantas. Basta de llamarme así. Ya voy a ir. Voy a subir.

Regresó a casa y miró la silueta de la mujer, su top negro que realzaba sus tetas. Una historia de un hombre que siempre caminara solo.

Él se detendría en uno de los coches, llamaría a la mujer con un gesto. Cuando ella bajara, si bajara, y porque es ficción, bajaría, le confesaría a ella lo siguiente—: No me gusta fumar solo. Curioso, ¿no es así? Siempre camino en soledad, y no pienso en los demás, pero no puedo fumar si nadie me acompaña —la mujer sentiría debilidad por aquella historia, y tal vez, compasivamente, besaría al hombre. Nadie resiste al hombre solo, al hombre callado, al hombre que siempre camina, sin mirar atrás. Seguramente la mujer querría hacer el amor en uno de los coches.

Fest sonrió imaginando aquel beso. La mujer se escondió en su departamento antes que hiciera el esbozo del gesto.

Rompió el cigarrillo. Sabe que no miró con atención aquel agujero de carne. Sabe que le dolió demasiado mirarlo. Por eso no lo recuerda. Rompió el cigarrillo de todas maneras. Pronto llegaría a casa. En la seguridad del hogar prendería otro. Mañana trabaja, y todavía no termina. Nada termina. Tanto por hacer. Tanto por caminar. En soledad sus pensamientos continúan siendo más efectivos. Nadie lo comprende realmente. Ni siquiera él comprende la telaraña de pensamientos. El humo del cigarro que se dispersa, se ramifica y vivifica hasta que muere.

Buenas noches, Fest.