Hoy soñé contigo porque hablamos de ti ayer. Debo confesarlo: Sí me alteró. Creo que fue evidente cuando me quedé calladito durante varios minutos después que me lo dijeron. Todavía más curioso porque me parece nunca fuimos excelentes amigos, y después de lo de Claudia, yo me sentía un apestado. Pero debo ser honesto, y machista, en lo siguiente: te quería porque me parecías una muñequita hermosa. Tu rostro, tus actitudes, tu visión un poco ingenua que alcancé a percibir de la vida. Tacha el poco ingenua. También es parte de que nunca compartimos. Mi culpa, mi culpa.
Te quise porque eras querible. No hablo en un aspecto pasional, de amor intenso o prolongado. Simplemente cariño. Si he dejado de quererte es porque dejé de verte. Hay quereres que son así. Raros. ¿No? Si alguna vez leyeses esto deberías odiarme. Porque… probablemente a ti te importó poco lo que yo pensara, o lo que yo te quisiera. Pensarás que soy un bicho raro. Recuerdo que miraba tu cara y tu cabello negro, tus silencios prolongados, y me recordabas a Cecilia. Pero cuando hablabas había una diferencia abismal que me impedía tener un amor sublimado en otro amor.
Eso ya está fuerte. Un hombre que está dispuesto a sublimar un amor que se construyó a base de ficción. Es un amor que empezó en una mujer y desea continuarlo en otra. Además plenamente consciente del proceso. Creo que todos los escritores estamos enfermos. Creo que los enfermos son personas interesantes y por ello, son escritores. Estaba enfermo. Y me creía interesante. Ni modo. Si te confesara todas las enfermedades que adquiero nomás para escribir algo interesante, te espantarías de mi. Casi todas lo hacen.
Me doy cuenta que estoy contando una de esas cosas que no hablaría un hombre decente un día antes de su boda. Pero nunca he sido decente. Son de esas cosas que una mujer común no vería con buenos ojos después de leerlas, pero Sol no es una mujer común y son de esas cosas que tal vez un escritor no confesaría, pero puede ser ficción. Así que no importa.
No te amé porque no eras como ella. Pero te quise porque eras una muñequita. Nada más te quise. Te estoy explicando porque no te amé. Soy tan egoísta que pienso necesitarás entenderlo. O que estas palabras alguna vez te llegarán. O siquiera sepas que eres tú. Las mujeres son listas. Las mujeres saben cuando hablan de una.
Toda esta larga introducción para decirte que soñé contigo y me pareció uno de los sueños más hermosos que he tenido. Estabas en él, y nuestra vida juntos se resumió en las horas que te soñé. Llegaste de improviso a una fiesta. Llegaste con tu novio. Sin embargo, compartíamos varias palabras durante la noche. Nos movíamos de habitación en habitación, pero acabábamos decidiendo juntos que hacíamos en ella. Por ejemplo, si estábamos en la tienda, decidíamos cuántos refrescos. En la sala del proyector decidíamos que verían los demás. Cosas así.
Eramos buenos amigos en ese sueño.
Una parte consciente estuvo atrás pensando, todo el tiempo (y como siempre porque así soy): Esto no es coherente. Tu novio, el que te conocí, seguía por ahí. También me saludaba como si me conociera muy bien. Lo suficiente para tolerarme. De vez en cuándo se acercaba para preguntarme cosas. Yo respondía, y se alejaba para estar con sus amigos de nuevo. Tu estabas sola. Él no estaba contigo.
Pusimos una película, que no sé por qué, trataba del holocausto. Te sentaste junto a mí. Recuerdo que te dije al oído-. Fíjate muy bien, porque la película se apoya con tres actuaciones simultáneas en tres habitaciones (?). En una son los británicos, en otra los americanos, y en otra los alemanes. Los británicos son especialmente divertidos -estaba muy animado explicándote. Me encanta explicar, como si todo mundo necesitara las explicaciones y me torno insoportable. Tú no escuchaste la explicación. Te recargaste en mi hombro y te echaste a llorar.
Me sorprendió imaginar en sueños tu rostro deshecho por las lágrimas.
Entró Sol a la habitación y me dijo que ya se iba, que la casa se quedaba sola. Me despertó. Ella tenía unas ganas tremendas de salir corriendo. Por compromiso y porque debe hacerse, entró a darme mi beso de “ya me voy, me urge, sale bye, el te amo después” y se fue. Había quedado con su mejor amigo de la universidad y su exinfatuación más potente de verse para darle sus invitaciones. Parecía niña chiquita. Ayer pensé que lo más prudente es que fuera ella sola a verlos (aún cuando yo sea como niño pequeño -estos días- y no me guste quedarme solo). Ella no me lo pidió. Tuve que sugerirlo. Eso me molesta.
Si fuera un hombre realmente perverso y maldito, le comentaría a su mamá que no me sirvió el desayuno, por ejemplo. V de Venganza. Pero vamos, no soy tan retrógrada. Y las molestias se me van al día siguiente cuando son muy estúpidas como esta. (Al día siguiente me caso, así que se me olvidará antes, je. Tramposa).
Pero… regresando al tema principal de este cuento, y entendiendo a Sol que se fue corriendo y me dejó solo un par de horas. A ella me gustaría dejarla sola para estar contigo. Debimos ser excelentes amigos al menos. Después del sueño, sentí la necesidad de buscarte. Esas cosas que pasan unos años más tarde y probablemente, pues, sean demasiado tarde. Quien sabe. Sólo espero que estés bien. Que pueda verte pronto. Aunque sea de lejitos.
Te quiero porque eres como una muñeca.