Si en algo siempre he sido honesto, es una cosa: Soy un pobre diablo. Así que cuando le dije a Sol María que hiciéramos el plan, mi idea fue: “Está bien. Me rompo el lomo para pagar una boda breve, con poca gente, y bara baras. Algo íntimo, pequeño, reservado, lo que a mí me gusta”. Lo platicamos y parecía medianamente viable. Hicimos una lista de invitados que fue de 80 personas. Digamos que los “IMPERDIBLES”.

Por mi parte no había ningún problema, puesto el que mi padre niegue mi existencia eliminó el problema de invitar a TODOS los Fest (que son un chingo). Mis amigos son contados. Pero Sol… es otra historia. Mi señora suegra vio la lista de invitados de reojo, y empezó a nombrar, y nombrar, y nombrar gente. Nombró tantas personas que parecía un backup del censo de población y finalmente nos dijo-. Nosotros vemos la boda. Ustedes nomás pónganse buzos cuando les toque su marca.

Así que flojito y cooperando, esperé instrucciones. Finalmente pasado año, o año y medio, un hombre en gabardina oscura me dio una tarjeta donde decía la fecha y el lugar. Eso sí, estaba subrayado que debía presentarme a la boda.

Tan pronto confirmé que si me casaba, pues conseguí lo que había que conseguir. Como la boda era de un chilango en Villahermosa y alguna vez fui a una boda donde todos iban de guayabera, me monté en mi burro y decidí que quería lo mismo. Fue un error de mi parte, porque me casé de noche y la fiesta fue en salón. Según las reglas eso no vale, pero bueno… la necedad puede más.

Nota: Casarse de guayabera no es más barato que comprar un traje o rentar un smoking. Una buena guayabera (que es lo más importante), sale en una buena lana. Lo demás: Zapatos, pantalón, cinturón, calzones y calcetas, para que se vea BIEN tiene que ir del mismo tono que la guayabera. Tal vez lo más problemático fueron los zapatos. Pero eso es historia de otra ocasión.

Fui a Villahermosa una semana antes para afinar los últimos detalles. Cosas como las pláticas prematrimoniales que pide la iglesia (que no teníamos a una semana de casarnos), el trámite de la boda civil (que no habíamos llenado nada) y probar el menú de la fiesta en el salón. También tuve tiempo de compartir bastante con la familia de Sol.

Su abuela, por ejemplo, no dejaba de decirme lo feo que era por la barba y los bigotes de chamaco puberto. Que feo te ves mijo. ¿Te vas a rasurar el día de la boda? Nope. Si se porta bien a la mejor le doy una sorpresa. Sácate a volar. Qué feo te ves.

Lo más complicado fueron las pláticas porque al sacerdote se le olvidaban las citas que hacía con nosotros. Así que llegábamos o más temprano, o más tarde, de lo que el padre creía haber acordado. La secretaria del cura nomás se sonreía cada vez que nos veíamos.

Un día antes, llegó mi tropel. Mi familia (Los Salazar-Jaimes) y mis amigos (que digo amigos, mis hermanos, que digo hermanos, mi sangre) de Casting. También, afortunadamente, llegó Ariadna. De mis amigos, esos cinco o seis que cuento con los dedos, ella es la única que pudo llegar y me dio tanto gusto verla. Me sentí más tranquilo. Rostros hermosamente familiares.

Los de Casting me llevaron a mi despedida de soltero, a un Men’s Club de Villahermosa. Ya estuvimos compartiendo, simbólicamente y por última vez (JAJAJAJA), los orgullosos gritos que se les proporciona a mujeres de lindas curvas y en pelotas. Que nuestro trabajo nunca carece de lindas curvas. Pero aún así nos divertimos. Me invitaron mi privadito y todo, con una nena que se llamaba así misma “Angel”.

Nota: Había dos costos de privado listados en la carta. Pero la muchacha nos dio una lista de cuatro. Los otros dos, “de opción secreta y escondida”, estaban valuados en dos mil y diez mil pesos. Dejo a la imaginación cual era cual.

El día de la boda, la mañana y la tarde transcurrieron como cualquier otro. Mi hermano se quejó del calor de Villahermosa como no lo había hecho. Ya platicamos un rato. El matrimonio es un rito extraño en mi familia. Supongo que no sólo es mi familia, sino gente con el mismo patrón de abandono y melancolía. Hablaré de ello en alguna otra ocasión. Mi hermano gustó de acompañarme todo ese día.

Me habría gustado que él fuera mi padrino de anillos, pero ni modo, menor de edad. Eso sí. Se aseguró de traer los anillos el día de la ceremonia.

Me vestí en chinga, porque han de saber que se me hizo tarde. Estaba muy ocupado viendo el maratón de “Two And A Half Men” en Warner. De verdad. Se me olvidó que me casaba. Cuando vi el reloj, desperté de mi sopor y reafirmé porque nunca veo televisión. Idiotiza demasiado. Mi madre me ayudó, diciéndome-. Hoy es tu día, hoy quien importa eres tú.

Sniff. Tan bonita la madre. Eso fue básicamente decirme-. Ahora otra mujer se encargará de ser tu madre, huevón.

Llegamos a la capilla justo a tiempo. Al menos diez minutos antes que llegara la novia. Una capilla preciosa, por cierto.

La capilla fue idea de Sol. Estuve de acuerdo todo el tiempo. Insisto: No me gustan los lugares cerrados y enormes, no me gusta que se llene de gente. Sabía que el día de mi boda me pondría neuras, así que entre más lugares abiertos hubiera, mejor para mí. Cuando Sol eligió la capilla (de otras tres opciones) y vimos esta, dije “Simón, esa es la neta del planeta mi amor que buen tino tienes por favor en esa nos casamos hoy”.

La novia llegó como… diez o quince minutos después de la hora. A mi me dijeron a dónde debía irme, dónde me tenía que parar y que debía hacer, así que seguí instrucciones al pie de la letra, como perrito de Pavlov.

-No vayas a voltear, porque ahí esta la novia y todavía no la puedes ver.

-Ah bueno. Porque se hace sal.

-Exáctamente, se hace sal.

-Ah bueno.

-Y los padrinos van así y asá y asomos.

-Okay Dokey. Chido guan maguey.

No entendí como iban ordenados los padrinos la primera vez que lo escuché. Precisamente, en cuanto entré a la iglesia, me volví estúpido de los nervios. Afortunadamente, la dama de honor número 1 (mi cuñada Luz), era como la wikipedia de la boda. Si tenía alguna duda, abría firefox y le preguntaba a ella. El único problema es que estaba más estresada que la novia, así que sus respuestas en ocasiones eran crípticas.

La ceremonia transcurrió sin problemas. El padre nos decía en voz baja que seguía o que debíamos hacer durante la misa. Sol y yo nos secreteábamos y nos reíamos. Ella me preguntó como doscientas mil doscientas treinta y cinco veces si se veía bonita y que si me había gustado todo el menjurje. La última dije que no, nomás por molestar. La verdad es que se veía muy bien. No digo espectacular porque ella no me la cree.

Y después de la ceremonia, del beso y del sí, nos transformamos en celebridades. No mamar… en serio, no mamar, la cantidad de fotos. Si leen este blog, notarán que es la primera vez que uso “NO MAMAR”. Esta ocasión de veras lo amerita. Fotos, y fotos, y fotos. Más fotos. No señor, todavía no acaban. Todas las fotos del mundo. Celulares, flashes, camaritas, camarotas, de video e instantáneas (nah, pero habría estado chido). Me sorprende incluso, que haya tan poquitas en el facebook.

La cantidad de las fotografías, se volvió el inicio de algo que habría de notar en el salón. Pero llegaremos a eso pronto.

La ceremonia fue en el Quinta Real de Villahermosa. Un hotel de cinco estrellas y que es famoso porque no sé a quien grabaron cogiendo ahí. Un escandalazo eso de la grabación, porque uno de los periódicos tabasqueños insistía que fue cosa del hotel, mientras que el otro periódico tabasqueño (el del sentido común, me parece [Por mí, bien podrían llamarse los periódicos: El Tabasqueño 1 y el Tabasqueño 2, porque no me acuerdo… neta]), decía que alguien entró con una cámara y después liberó el video para desprestigiar al hotel. ¿Por qué? No lo sé. Los tabasqueños son tan aferrados a la política, que a veces me pierdo entre estar en un estado o un país pequeño.

A pesar de todo… El hotel era un lugar elegante y lujoso. Tremendo lugar.

El juez de la boda civil retrasó todo 45 minutos. Llovió quien sabe donde y salir de ahí le costó un huevo (Otra boda a la que fue). La familia de Sol estaba nerviosa, yo estaba nervioso, Sol estaba en humor de “en un ratito más me voy a poner bien histérica”. La boda civil, originalmente, sería en el patio del hotel pero la lluvia lo impidió. Así que terminamos en un saloncito pequeño. El trámite legal fue rápido y el juez no paró de disculparse conmigo.

Nota: Mi madre firmó con su otra firma. Todavía recuerdo que me hizo sonreír.

Después fue el turno de entrar a la sala. Antes de eso, mi jefe vio un piano y aprovechó para planear esta foto:

Sin embargo, mi cuñada Luz estaba como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas.

-¡Las diez, las diez, ya son más de las diez! ¡Luego se toman la foto!

Mi jefe se acercó, miró de reojo a Luz, me miró a mí, y luego a Luz, y se metió a la sala-. Al ratito nos vemos para tomar la foto papazeiro.

Después de medio pelearme con Luz, un poquillo, entramos a la sala y empezó la ceremonia. Igual que todas las ceremonias. Empezó el vals de los novios y de ahí, un rito medio pagano donde se acercó todo mundo a bailar con nosotros. Me confundió sobre manera. Bailé con tantas personas esa noche que si recuerdo a la mitad me siento afortunado. La abuela de Sol, la que estuvo diciéndome feo toda la semana, me dijo que me veía muy guapo esa noche. (La guayabera, claro, y eso que no me la fajé. Ja). Bailé con mi madre, quien me dijo-. Pues tú tranquilo mijito. Tu diviértete y sonríe toda la noche.

Di las gracias por los buenos deseos tantas veces lo consideré pertinente. Lo interesante del vals, es que me tocó bailar con todas las abuelas y tías abuelas de Sol. Me pareció divertido. Sí. Divertido, dije.

De alguna forma, cada viejita me recordaba a la que no pudo estar conmigo esa noche.

¿Hubo algo interesante, después? Creo que no. Creo que todos los novios y novias del mundo sabemos, que lo interesante es llegar al final de la fiesta. La comida de la fiesta, tomarse la foto y saludar a todos los invitados, quedarse un rato con los amigos y los bien conocidos.

Lo olvidaba.

Creo que bailé con la chica que me hizo el privado la otra noche.

Cof cof. Pero sólo creo. No estoy seguro. Tendría que verla de nuevo para confirmar. Probablemente la confundo.

Ahora sí… ¿Dónde iba?

Ah, ya, el párrafo para preparar el cierre medio mamón: ¿Hubo algo interesante, después? Creo que no. Creo que todos los novios y novias del mundo sabemos, que lo interesante es llegar al final de la fiesta. La comida de la fiesta, tomarse la foto y saludar a todos los invitados, quedarse un rato con los amigos y los bien conocidos.

Uno de los amigos de Sol, el Taz, hizo tanto circo maroma y teatro para llegar a la boda que tiene mención honorífica como el súper héroe de la noche. Hubo algunos momentos previos a la boda donde todos nos olvidábamos de eso para preocuparnos por el Taz, por ejemplo. ¿Ahora en qué parte de México irá? ¿Qué rentó un burro, qué qué qué? ¿Que ya se gastó siete pares de crocs para llegar a Tabasco?

El Cryztales, mi chaparrito de oro en la oficina (sniff), estaba muy agusto y cómodo usando su delantal. Mientras que Julio aprovechaba la decoración para disfrazarse de villano. Mellye, preocupadísima porque la boda era de noche y no traía vestido. La marida de Jorge, igual de preocupada, la jaló a Zara para comprarse el vestido esa misma tarde. El papazeiro como fotógrafo y Ricko, mi carnal, tomando video a toda la fiesta. Carrillo Casting, presente en los mejores eventos:

De no ser por ellos, y mi familia, me habría sentido solo. Digo… tenía a mi mujer a un lado. Pero mi mujer era la estrella de esa fiesta. Todos la conocían, todos me decían cosas como-. Si le haces daño te madreamos (no tan feo pero casi). Gente que no conocía, que no había visto en mi vida o que no ligaba al contexto de Sol María, con el mismo mensaje. Sí, eso me descubrió lo valiosa que es mi mujer en la vida de tantas personas. O cuántas personas desearían ser valiosas en su vida.

Cuestión de enfoques.

De lo que estoy seguro, insisto, es que no necesitaba una ceremonia para decirle a mi mujer que la amo, y que pienso cuidarla hasta que nos hagamos viejitos o algo así. El trámite religioso, el trámite legal, sí… todo eso es muy bonito, y muy útil, socialmente hablando. Cada boda, aparte de promover el sistema capitalista, mantiene firmes los cimientos sociales de una cultura. Son divertidas las bodas, son un gasto tremendo, son el teatro moderno. Pero no es lo esencial. Es sólo un día, de muchos otros más donde estemos el uno con el otro.

El amor no depende de una boda. Y una boda, no necesariamente depende del amor. La boda no saldrá mejor o peor si las dos personas se aman. La boda no lo garantiza tampoco. La boda es consecuencia de que dos personas maduras tomaron la decisión de envejecer, trabajar, amar y odiarse mutuamente. La boda es una consecuencia, como tantos otros eventos en la vida. Como acompañarse para ir a bailar, como hacer el amor en las mañanas o salir a desayunar los tacos después de beber demasiado vino aquella noche.

Estoy contento. Lo he estado siempre. Lo estaré después. No es necesario preguntar como estoy o si algo cambió. No señor. Nada ha cambiado. Para mí… el sentimiento es el mismo que aquella vez cuando descubrí sus letras por mera casualidad y pensé-. Vaya. De esta mujer me podría enamorar y a los tres días me enamoré.

Así es la vida monín, y ya.