Hoy, cuando desperté, no tuve una revelación. No, señor. Sólo repasé una de tantas obsesiones mentales que me aquejan. El engaño como entretenimiento. El engaño como una ficción que puede vivirse. Hay algo que deseo conseguir y me preguntaba, ¿cómo… cómo, cómo puedo hacerlo? He dicho varias veces, en público, que ya me rendí. Pero no es cierto. Todavía lo quiero.
Y cuando uno todavía quiere, regresa a la hermosa edad de los cinco años.
¿Es posible engañar a tal punto de llevar la ficción a la realidad? Hacer la bola de nieve no es tan sencillo como recoger la nieve y empujarla por una pendiente. No, señor. También el ángulo, el clima, no sé que tantas cosas más y la vida, deben estar dispuestos a empujar contigo. La tarea del engañador, entonces, ¿consiste en esperar el momento indicado?
¿O consiste en construir la mentira?
Hay engañadores que entretienen y divierten. Esos engañadores son divertidos. Pero sabes, de antemano, que te están engañando. Si son hábiles, se te olvidará el engaño durante la charla. Te asombrarás y te reirás. Les deberás el desapego a la realidad. Pero al final recordarás con quien estás hablando.
Hay otros engañadores que crean mitos. Necesito crear un mito, pensé mientras desperté y luego revisé el teléfono. Había una llamada perdida de una persona totalmente desconocida. Me encogí de hombros y no llamé de vuelta. También, sentí la necesidad de llamarle a mi mujer y pedirle perdón por mis pecados. No son tantos, sólo algunos. Pequeños problemitas que tuvimos el fin de semana. El engañador, seguía haciendo acrobacias en mi cerebro. Se tragaba el fuego. Le regalaba dulces a los niños. Sonreía retorcidamente.
¿Es posible, acaso, crear magia con el engaño?
Como escribir una historia, susurró el escritor que hay en mí. Preparar el camino. Para crear el mito, primero se debe definir que miedos cura o que miedos personifica. Necesito darle cara a un miedo. Después, se hace el ritual para apaciguar el miedo. Zeuz es el rayo. Libaciones a Zeuz te protegen de su ira. No quieres electrocutarte durante esas tormentas eléctricas, ¿verdad coleguilla? Necesitan crearse reglas y la forma de romperlas. Reglas y romperlas. Ardo en deseo de romper el propio engaño, que aún no he creado.
Pero vamos.
¿Será posible?
En este momento prendería un cigarro, me quedaría sumido en profunda reflexión y llegaría algún pendejo a darme un sape. Ja.