Se supone que mi hermano y yo iríamos al cine, a compartir un poco juntos. Quisiera pasar el tiempo con él antes de que partamos caminos.

El día no fue interesante. Tanto como para traer crocs y gorra, significa que no abandonaré la comodidad de la oficina. Me puse al corriente en mis lecturas de blogs e hice algo que no hacía desde hace mucho tiempo: Links a los bloggers que visito regularmente. Sí, se ve enorme. De verdad. Eso leo diario. Y supuestamente un libro (a la semana). Mi cerebro esta frito.

Lo más interesante del día fue empujar a una persona.

A veces me dan esos pequeños accesos de locura donde pongo a las personas en situaciones de necesidad. Y quiero ver que tanto hacen por lo que necesitan. No soy tan manipulador. Me basta con que lo digan. Aún cuando mientan. Mi diversión se detiene cuando la desesperación precede a la acción. Una acción que puede romper los fundamentos de una persona.

Porque sentirse culpable no es divertido.

Jugué un poco con el diseño del blog e incluso pensé en cambiarlo. Después de probar un par, ninguno me gustó y decidí dejarlo por la paz. Estoy satisfecho con este diseño como no había estado con otro. Agrandé un poco la letra de lectura. He querido terminar de trabajar las series y los tags, pero, aparte de que son casi seis años de blog… el plugin que utilizo para organizar mis series se rompió con la actualización a WordPress 2.6. Ese trabajo, como todo lo que sostiene los cimientos del Árbol de los Mil Nombres, se hace tras bambalinas y son procesos largos, que requieren fuerza de voluntad.

Pensé, ahora que abandoné el cigarrillo, que podría probar mi fuerza de voluntad.

Una dieta, algo de ejercicio, levantarme temprano, escribir una novela, no lo sé. Dejar de fumar. Estoy en una mesa donde cuatro personas frente a mí, a veces tienen un cigarrillo prendido y en tres meses no les he pedido uno solo. Soy como un dios pequeño. Mi propio dios. Pensaba en el budismo. Básicamente, el budismo invita buscar actitudes que parecen divinas. La paciencia, la meditación, el control del cuerpo, la auto-consciencia.

El autocontrol, y la manipulación, son retorcidas virtudes que admiro. Las admiro porque carezco de ellas, a varios niveles.

Pero dejar de fumar, me dio autocontrol. Me regresó un control muy curioso de mi vida. Pienso en ello a menudo. Pensaba en ello desde antes de hacerlo. ¿Si dejara de fumar, en qué me convertiría? ¿En el amo de mi propio destino? SHA-LA-LA-LÁ. Quien sabe. Creo que sólo un fumador reconoce el poder que da una de esas decisiones. Tal vez era una mejor persona cuando fumaba.

Era más humano.