Estaba en la sala de espera de los estudios reality, de Televisa Santa Fe, mirando la fotografía firmada por los Big Brothers más famosos y los letreros que me dirigían a la administración Endemol, cuando de plano mis párpados se hicieron cada vez más pesados. Había dormido poco.
Al parecer, el cuerpo de un castinero se transforma en un saco de patatas cuando le dicen: “Filmación”. ¿Qué hace uno en la filmación? Pasar lista a sus modelitos como en la primaria y si acaso, firmar contratos. Pero esos contratos, por alguna extraña razón, llegan hasta tres o cuatro horas después de la hora del llamado.
Ví como tres películas (a medias, porque me dormía o entraba a los estudios)… entonces me acordé de la técnica de la fragmentación. Un recurso que utilizaron en un libro de fantasía para explicar el mayor hechizo de todos: Poder fragmentar la mente de tal forma que sólo una parte de la psique sufra mientras las demás están selladas y protegidas en algún lugar. Me pareció un concepto muy interesante para un libro de fantasía.
Wizard’s First Rule, se llama el libro. No recuerdo al autor en este momento. Parte de lo interesante en ese libro, es que la magia en su mayoría dependía del engaño y la decepción. Por eso es que la fragmentación de la mente ocupa el lugar de “poderoso”, dentro del libro. Sellar la psique. Pretender que sufres cuando estás seguro. Ser un hombre y transformarte en otro. Un concepto muy avanzado a mis quince años.
Mientras miraba la foto de los big brothers, y la película donde Michael Douglas es un presidente romanticón, mi mente se fragmentó. Pensaba fervorosamente-: Yo no estoy ahí, yo no estoy ahí, no me estoy aburriendo, no estoy durmiendo contra la pared, no se me está escurriendo el hilito de baba, no soy el que está diciéndole al productor “sí señor, señor”.
Prefería pensar, que la parte segura de mi psique, estaba divirtiéndose. Todo iba bien, hasta que me pregunté: ¿Cómo se divierte una psique?
Juro que pensaba todo esto, mientras tenía los ojos entrecerrados y una modelo poblana terriblemente hermosa giraba la cabeza con esos pinches lentesotes que están de moda. Fragmentar la mente. ¿Si uno puede fragmentar la mente, puede fragmentar el espíritu? ¿Puede un día, por ejemplo, decirse que se ama y al otro que se odia? ¿O se podría, no sé, fragmentar ese amor y multiplicar entre diversas mujeres? Un hombre infiel, buscará… ¿distintas personas para distintas personalidades? ¿Una mujer da distinto amor para todos sus hijos y puede conservar la cordura?
Separamos la realidad todos los días para defendernos de distintos ataques. Cosas cotidianas, que si bajáramos la guardia, nos parecerían increíbles. Las máscaras, los prejuicios, la distorsión y exageración, todo como un mecanismo de defensa que sirve a la fragmentación. Todo eso pensaba, mientras miraba como Robocop se peleaba contra robots, y ninjas, además. No cualquier chingadera.
Miraba a los Big Brother. Miraba sus firmas, alrededor del cuadro. Recordaba a los que intentaron una carrera como modelos y vinieron a presentarse, en persona, con mi jefe. De la primera generación de Big Brothers llegaron dos o tres, y las agencias intentaron venderlos como Special Booking. Finalmente… sea cual fuere el propósito entretenimiento y enriquecimiento económico, no invalidaba su potencial como experimento social. Probablemente, en las 12 horas continuas que transmitió SKY se encontraban las respuestas a todas mis dudas.
Curioso… como todavía se hacen esas preguntas, cuando se supone ya no se tienen quince años para hacérselas. Como las chaquetas.