Escribo esto mientras mi secretaria elfa de sangre pone las subastas en el universo alterno. Ciscomani me hizo favor de decirme que deje de jugar, que me estoy perdiendo, que no me vaya porque me quieren –se me salió una carcajada–. He jugado tan poco estos días que hasta me siento un adulto responsable, buen chico, bien intencionado, engranaje de la sociedad, altavoz de la moral y el progreso. Tan soy todo eso, que hoy resolví dos decisiones jugando piedra, papel y tijeras con Mellye.
Mi problema de las piedras, el papel y las tijeras, es que generalmente pierdo. Las dos veces que jugué, perdí.
Mañana tengo junta de Julio Regalado, por fin. Ya sabremos que actores juegan este año, también nos enteraremos de las viñetas que faltan, de los personajes inconclusos, de las fechas de filmación y de quienes serán nuestras hermosas acompañantes este año. En este momento se imprimen las listas, se quema un DVD y todos los que jugamos en esta oficina (the players), nos encontramos a la espera de terminar esta noche que no ha sido tan larga, pero su peso aún recae y molesta. Con algo de musiquita, pláticas, chistoretes entre nosotros y la vida virtual minimizada, amenizamos esto.
Sin embargo, no me había dado cuenta, todos nos encontramos en silencio. Un silencio que se esconde por la música, pero silencio al fin y al cabo. Cada uno se dedica silenciosamente a sus distracciones y evitan hablar, ensimismados como si esto fuera una historia abstracta. Me pareció hermoso el silencio ahorita que lo descubrí.
Lástima que Julio rompió el silencio, diciendo–. Si llega la tortuga, ¿me subes? –sonreí brevemente, mientras lo miré levantarse y encerrarse en el baño.
(octavo día).