Hoy más bebés, ¿por qué no? Nada más que especificaron que fueran recién nacidos. Esos los prefiero más. No eligen llorar por cosas relativamente conscientes. En cuanto entraban al foro, su mirada se iba a donde pudieran: las luces, la cámara, el gordo atrás, sus padres y sonidos, infinidad de sonidos, que volteaban sus cabecitas erráticas, como las de un muñequito. Hacen ruidos curiosos, con la boca cerrada. Uno de ellos, en especial, me llamó la atención porque por un momento, pensé que lo habían doblado. No abría la boca para nada, pero qué escándalo hacía. Los bebés siempre nos dan la impresión que platican, que nos están contando algo. ¿Qué misterio esconderán detrás de sus ojotes, brillosos y sus sonrisas espontáneas?

Échate una estiradita. Ayer cometí el error de abrir el juego en la noche y misteriosamente, acabamos en una mazmorra llamada “El Viejo Reino”. Resulta que es una mazmorra con la temática de Lovecraft. Unos seres, con tentáculos en los labios y un rostro indefinido, te hablan mientras caminas en ella con tus compañeros de aventura. “Habrás de matar a tus propios amigos”, “No confíes en nadie”, etcétera etcétera. Las peleas con los jefes fueron intensas y emocionantes. Bastante dinámicas.

Tardamos cinco horas en la mazmorra. Jamás había muerto tanto. A las cinco de la mañana, acabé parpadeando muchas veces y pensando, diablos… extrañaba mi adicción, y extraño dormir, y me largué a dormir en cuanto pude.

Mucho que escribir esta noche. Al menos, debo terminar un cuento donde hice el compromiso de escribir. Ya lo tengo en la cabeza, ya tengo el final, ya tengo a mi único personaje principal. Cuando lo haga a papel, lo interesante será descubrir a donde me lleva. Por lo pronto, es hora de trabajar, de hacer / deshacer, crear alguna otra maravilla, darse un tiempo para uno mismo, volver a crear. Hasta mañana.