En el título del post que me dió el Árbol está Dios con mayúscula. No sé qué decir. ¿Dios, con mayúscula? ¿Por qué no Dados, mejor? Así, “Cuando dios tiró los Dados”. Pero entonces tendría que ser “Cuando dios tiró Los dados”, no unos dados cualquiera, sino Los.
No, en serio, hay que pensarlo. ¿Por qué deberíamos escribir dios como si de nombre propio se tratara? Bien mirado, dios no es un nombre propio (excepto, claro, cuando se le escribe una carta “Querido Dios…” como quien le escribe a Santa Claus). El nombre propio de dios es impronunciable, asegún, y se escribe YHVH, Yahvé o Alá, que sí son nombres propios. Dios, en sí mismo y como palabra, no es más que un sustantivo común*, a lo mucho un adjetivo. Recuerdo que cuando estaba en la primaria (una primaria católica) pregunté que por qué debíamos escribir dios con mayúscula y me dijeron que era para distinguirlo de los dioses falsos. ¡Falsos! Como si Huitzilopochtli fuera más (o menos) falso que el dios al que los católicos llaman su dios. Al menos el dios Tláloc se llama de algún modo pronunciable, además de ser, como el adjetivo lo indica, un dios, ¡y el de la lluvia!, ni más ni menos.
La ortografía, al contrario del dios del título, no juega a los dados. La regla para las altas es muy simple y compleja a la vez. Empieza fácil: si la palabra es un nombre propio, debe ir en altas. Así, se escribe Homero, Madonna, Pelé. También se escribe el estado mexicano, con bajas, y el Estado de México, con altas (estado, por sí solo, no es nombre propio). La ciudad de México se puede escribir así o Ciudad de México; es indistinto, aunque se prefiere lo primero para hablar de la ciudad en general y lo segundo para hablar de la región administrativa, como sinónimo del gobierno del Distrito Federal (“en la ciudad de México hay muchos crímenes” contra “fue diputado en la asamblea de la Ciudad de México”.)
La norma evoluciona, claro. Por ejemplo, en cuanto a las guerras civiles lo que se hace es poner Guerra Civil en mayúsculas, y el adjetivo, de acuerdo con la guerra de que se trate, española, estadounidense, se pondrá en minúscula; no hay razón para que la guerra cristera se ponga en mayúscula porque no se va a confundir con ninguna otra, por ejemplo. En cambio, las guerras que también nombran periodos históricos universales, como primera guerra mundial, se pueden poner en bajas o en altas, según se desee y dependiendo del sentido; es decir, si se va a hablar del periodo histórico y no directamente del conflicto bélico (“durante la Conquista se esparcieron enfermedades hasta entonces desconocidas en el continente” a diferencia de “en la conquista de Chile murieron muchos españoles”). Es igual para periodos “artísitcos”: estridentismo no va ni por error en altas porque se refiere a un sólo movimiento, en cambio el Renacimiento sí va en altas, al igual que el Barroco por referirse a una etapa universal; sin embargo, el estilo barroco no va en altas, porque no es un periodo, es un estilo (duh).
Para la hagiografía la regla se puede seguir más o menos igual. Un santo es como un título, y, como tal, un adjetivo. Así, se escribe san Pablo y santa Teresa. Se escribe san Juan de la Cruz igual que sor Juana Inés de la Ídem (sor es un título). La excepción es cuando los santos nombran lugares o cosas. Así es Santo Tomé y Príncipe y San Cristobal de las Casas, aunque los santos sean santo Tomás y san Cristobal. Casi el único que es la excepción es Santiago (porque no vas a escribir san Tiago, a menos que sea en portugués). Entonces, igual que sor Juana, se debería escribir con bajas el título universitario; esto quiere decir que no eres El Licenciado, sino un simple licenciado o contador o arquitecto o maestro o doctor. También abreviado debe ir en bajas: “El lic. García, el c. p. Ramírez y el doctor Núñez se fueron al bar de ficheras” (por cierto, un doctor no es un médico, pero un médico sí es doctor, ja). Al igual sucede con los títulos nobiliarios, a menos que denominen no a una estirpe, sino a la persona. Por ejemplo, el Conde de Montecristo es un personaje, Marqués de Cáceres es una marca de vino y la Condesa es una colonia, pero el conde de Aragón es un simple título y, como tal, un adjetivo. Si se trata de títulos nobiliarios extranjeros, se sigue la regla de la lengua de origen si esta se conoce, por ejemplo Sir Paul McCartney y Lord Tennyson están en inglés que es un idioma que pone mayúsculas a casi todo.
Sea como sea, las mayúsculas no implican respeto. Muy al contrario, pueden usarse, bien usadas, para hacer mofa de gente o cosas (Suprema Bolsa de Caca, Gran Zanahoria, Árbol de los Mil Nombres). Como con todo, las demás reglas se deben respetar en las mayúsculas, es decir, sí llevan acentos (Ángel, Óscar). Ah, y a menos que seas Borges (y no eres)
Estas reglas de las altas y de las bajas se resumen en un sólo axioma: en caso de duda, bajas (parecido, pero al revés, al del dominó: en caso de duda, la mayor). Llevado al extremo lógico, a los agnósticos esto les cae de perlas: dudo de la existencia de un dios, por eso lo pongo en bajas. Claro que a los ateos, que están seguros de que no existe un dios, esto puede resultarles contraproducente, como casi todo lo que tenga que ver con lo divino.
- El que haya pensado en Arjona al leer esto o, peor, tarareado en su mente, se puede y debe pegar un tiro ahora mismo.