El fin de semana, estuve escuchando una noticia que mi mujer no podía evitar compartir a todos. En Villahermosa, mataron a un diputado en su casa junto a su familia: una mujer, dos hijos varones y menores de edad. Al parecer, aún no tienen claro el crimen. El día de hoy, es culpa de un chamaco psicópata y manipulador. Ayer la razón era que uno de los criminales le traía ganas a la señora de la casa y las cosas se salieron de las manos.

Si no entiendo mal, son cuatro criminales entre 15 y 18 años de edad. Entraron a la casa, mataron al diputado, mataron a sus dos hijos asfixiándolos con unas almohadas, violaron a la señora y le dispararon en la cabeza. Nada mal para comenzar una vida criminal. Estoy seguro que Marco Iván, muy dentro de sí, se siente muy orgulloso de lo que hizo: Se ha vuelto un animal, se convirtió en una idea primitiva de violencia.

La verdad es que son tiempos culeros. Al parecer la violencia no deja de crecer: no pasa día en que no vea que alguien mencione una balacera en Monterrey, que alguien hable de más ejecutados por el narco y ahora tenemos un grupo de niños que mataron a un pedazo del gobierno con una facilidad y una sencillez apabullante. Mientras tanto, Felipe Calderón aparece sonriente en sus spots publicitarios, hablando de las mejoras a la seguridad, de los nuevos trajes policiales, de la super tecnología que se está comprando.

Son tiempos raros… diría que preapocalípticos, si fuera más supersticioso.