Bueno, todo el día de hoy twitter se ha llenado de inconformidades y felicitaciones al Nobel de la Paz a Obama. No sé que clase de razones hay detrás para dar soporte a una u otra opinión. El carisma de Obama, su sonrisa amable, su identificación con un rango de población tecnológico, su elocuencia para volverse un ser humano –capacidades sobre el color de piel– antes que el primer presidente negro le merecen muchas cosas. Sin embargo, ¿el Nobel?
Es aquí donde todos alzan la voz y critican duramente la decisión de una institución privada, harto lejos de nuestro alcance, que en su casa puede hacer lo que guste y designar premios -democráticamente hablando, por todos los premiados anteriores que votan por los candidatos- por aquí y por allá.
El press release justifica su acción, su premio, diciendo que la capacidad de Obama es esencial para detener el uso de armas nucleares. Mientras que otros, piensan que debería quitar las tropas de Irak o hacer algo contra el racismo. Vaya, incluso hay algunos loquitos que desearían que Obama detuviera la mexicanísima guerra contra el narcotráfico. No se dan cuenta que están pidiendo en Obama, como lo hace todo pedazo de ingenuo, una vara mágica para arreglar problemas que llevan años de continuidad y cuyas raíces son demasiado profundas para romper de tajo.
Detener uso de armas nucleares… un problema relativamente reciente. Empezó en la carrera por la tecnología de guerra que se dio un poco antes de la segunda guerra mundial. Los americanos fueron los primeros que rebasaron la meta, y por supuesto, atravesaron la línea de no retorno al utilizarla contra los japoneses. Es un inicio americano, que después se extendió como un cáncer a todo el mundo y siguió vigente el miedo por el humo de hongo gracias a la Guerra Fría. Hoy en día, todavía en películas, podemos ver como se roban “químicos altamente radioactivos que si los tocas te pueden evaporizar”. Así de cabrón está el cambio originado por esa carrera en 1940 y así de cabrón está, que todavía hay gente tratando de solucionarlo, mientras nosotros cobramos cheques, vamos al cine, cogemos en las noches, chateamos en el trabajo y leemos tonterías.
Pero… ¿El Nobel? ¿A Obama? En mi facebook escribí: “Estoy contento del Nobel a Obama :)”, nomás porque me harté de las quejas. De verdad, ¿por qué se quejan?. No estoy contento por el premio a Obama, pero tampoco me encabrona. El Nobel dice claramente que está haciendo algo al respecto… pero hay que recordar, que estos premios están al alcance de un círculo de individuos que tienen cierto nivel educativo, intelectual y sobre todo, una consciencia –por decirlo así– global. Aún cuando pienso que estos premios se los dan para darse palmaditas en la espalda o para sentirse lo listos que son, para provocar una opinión global y que la gente hable, pues tienen una razón de ser… y son la propuesta de un grupo de individuos que tienen un sentimiento más avanzado de como el mundo funciona y qué podemos hacer para arreglarlo, empeorarlo, mantenerlo con vida.
¿Qué tal si el Nobel a Obama no es lo que esperamos? ¿Qué tal si es una broma cruel? Te acabamos de dar un Nobel de la Paz, no por lo que estás haciendo, sino por lo que esperamos de ti. Que miedo, la verdad. En ese caso, no me gustaría ganarlo. No tengo los hombros, ni la poker face, que puede hacer ese hombre.