Estaré en el D.F. unos días, tan pronto se arregle lo de unos envíos. Pensaba ir de martes a jueves, pero al parecer, será de miércoles a viernes. Ya estamos en pláticas para hacer una pequeña reunión de blogueros “old school” y contarnos las nuevas buenas. Si alguien quiere animarse y reunirse este viernes, manden un correo o dejen algún comentario, para que les de la dirección si es que dicha reunión se concreta.
Si no es Michael Jackson, es el Nobel a Obama, si no es el Nobel a Obama, es la desaparición de LyFC. Últimamente el mundo, o México, ofrecen mucho de que hablar. Son tantos los bombardeos mediáticos, que la gente grita histérica que los gobiernos de todas las naciones están escondiendo algo a través de sus noticias. Pero ¿cuándo no ha escondido algo el gobierno? ¿Qué hay detrás de todas estas cortinillas de humo? ¿Y –para empezar– son cortinillas de humo? LyFC trae otra vez una división de opiniones: “Qué bueno que mandan a la chingada a esos rateros” y “No tienen idea siquiera de las consecuencias de la desaparición de este organismo”. Para opinar algo, me dan ganas de aventar una moneda y escoger mi postura.
La verdad es que nunca le tuve cariño a los de Luz y Fuerza. Después de todo, me subieron la tarifa de un departamento a domicilio de alto consumo (nivel 3) y los recibos no llegaban por menos de cinco mil o seis mil pesos. Cada dos meses, era gastar una cantidad considerable de tiempo para que me explicaran por qué, empezar a meter los papeles, organizar las visitas del señor don técnico licenciado de los medidores y cruzar los dedos porque llegara ese recibo en una cantidad normal. Después de eso, seguían los mismos comentarios y preguntas de siempre: “¿Está seguro que nadie se está colgando de su línea joven?” y ” qué raro que le haya llegado por esta cantidad, ¡si es un departamento!”
Cuando hacían alguno de esos comentarios, sacaba de una canastilla alguno de mis papelitos para elegir la respuesta sólo para variarle un poco–.
- Sí, ¿qué raro verdad?
- Estoy tan sorprendido como usted.
- Pues a menos que alguien se esté colgando, ¿pero cómo podemos verlo?
- Todos dicen que es bien raro, yo ya no sé si creerles.
- Etcétera.
Se llevaron dos veces el medidor de luz y se recontrató dos veces el servicio, porque no se alcanzaba a resolver lo de la cantidad excesiva a tiempo y nadie soltaba una orden de que mi recibo estaba en “investigación”. También recuerdo las horas y los libros que terminé, los días que iba a sentarme en espera de que alguno de las personas de “relaciones públicas” me atendiera. Hasta me parece un poco nostálgico.
Recuerdo todavía cuando iba con mi abuela a cualquiera de las oficinas de Luz y Fuerza y esperábamos durante horas. En ese entonces, cuando era niño, no entendía por qué lo hacíamos. Por qué debía estar sentado durante todas esas horas esperando que algo pasara. Eventualmente aprendí a esperar, y aprendí a ser paciente. Todo mundo aprende cuando después de un día, tu abuela te suelta una tremenda cachetada en público por no estar quieto y seguir chingando.
En teoría, con la desaparición de este organismo, mi historia ya no se repetiría. Se supone que la CFE es más eficiente. Se supone. Ahora puedo tratarlos porque al vivir en Puebla, este es el organismo que se encarga de mi energía eléctrica. No he encontrado problemas. El costo de luz llega como debe ser. Y todavía no me han hecho vivir una especie de purgatorio. Porque sentarse a esperar en cualquier instrumento de gobierno y te den un número en turno para que un burócrata te atienda, debe ser el purgatorio.