En mi casa se prohibían las mascotas… mi abuela solía decir: “Es que son muy sucias”. Mi madre agregaba: “No tenemos espacio”. Por eso crecí con cierto temor a los perros (sin embargo, no temo a las perras). Un perro me persiguió –en varias ocasiones– cuando era niño por todo el mercado donde mi abuela abría su puesto de zapatos.

Sin embargo, ya luego en casa miraba la televisión, y aparecían de repente esos programas televisivos donde un niño y su mascota parecían ser los mejores amigos y aún cuando se repetían las palabras en mi cabeza (sucios, no hay espacio) envidiaba esa relación ficticia. ¿Si tuviera un perro… tendría poderes mágicos como en la televisión? ¿Acaso el perro llegaría a ser más leal que los humanos, que mi familia? ¿Los perros piensan y sienten? Oh, misterios de la ciencia (eso queremos creer. Recuerden que ese poder: “I want to believe”, es más fuerte que cualquier explicación racional).

Años después, conocí al french minitoy de mi mujer. Es imposible tenerle miedo. El perro es ridículo, se llama Killer y es casi… “una tacita de té”. El chiste que siempre se repite es sacarlo a caminar y gritarle– Killer, ¡ven acá! –Si hay algún vecino que no lo conoce, expectativo mira hacia a Killer y cuando lo ve, esconde la risa. El cacto, celoso, murmura barbaridades acerca del perro y no se da cuenta de las estupideces que dice–. Yo soy más pequeño, y peligroso, que Killer… soy Bob y soy un cacto –Después nos mira desde la ventana cuando salimos a dar la vuelta y lo abandonamos en la casa.

El perro nunca ladra, raras veces pide atención, generalmente busca un rincón y se enrosca en sí mismo. A veces, volteo a mirarlo, esperando que tenga algún super poder perruno y confío en que se cumplirán las fantasías infantiles. Killer me da esperanzas, alza la cara y me mira, después se acaricia el rostro con las patas y yo sonrío.

“Tu super poder inútil”, pienso, “de ser una inagotable fuente de ternura… pinche perro mamón”.

El perro me acompaña y dirige el camino cuando las caminatas. Olisquea, como todos los perros. Orina en toda planta, todo poste y lugares arbitrarios que uno –como ser humano– no entiende porque orina ahí. Dicen por ahí que la orina es todo fuente de noticias interesantes para un perro. La orina es su red social, su facebook y su twitter. ¿Qué haces? Oriné aquí el 6 de diciembre. ¿Qué estás pensando? Qué aquí orinó Shakti el 5 de octubre, y le puso Jorge, Pedro, Alejandro y Gonzalo a los niños. ¿Qué pasa? Que Fido también orinó aquí, pero el mío es más reciente, ja. ¿Quieres aceptar el pack de energía que te mando para Mafia Wars? ¿Ah chinga, todo eso en unas gotas de orina?

Ladra a otros perros y a los vecinos si se acercan demasiado.

Una vez, espantó a un vecino cuya única ocupación era estacionar bien su coche. El recuerdo me provoca una sonrisa malvada. El hombre estaba saliendo de su coche y Killer, con sus patitas minúsculas, se acomodó detrás del hombre. Después empezó a ladrar. La peculiaridad de los ladridos de Killer, es que salta cada vez que ladra. Su cuerpo se despega un centímetro del piso con cada ladrido que desprende su garganta. Como un juguete de pilas. El hombre, muy espantado, corrió al otro lado de su coche y en ese momento, me sentí muy apenado. –Perdóneme, lo siento mucho –dije. El hombre se agarraba el pecho. Por un momento pensé que le daría una especie de infarto y luego, cuando miró la cosa minúscula a la que se enfrentaba, toda historia de macho, de hombre proveedor, se fue derechito a un lugar muy profundo. Pienso que ese hombre no durmió aquella noche. Y yo, empecé a creer que mi perro de alguna forma era un verdadero asesino.

Nos dimos las buenas noches, y aún cuando prometí olvidar ese momento por el bienestar de ese hombre, todavía no puedo.