Un cuento a 35 twits. Este cuento lo escribí hace dos noches, a través de mi twitter. Esta numerado como una lista para ese efecto e incluyo una liga en la primera palabra que los lleva al tuit correspondiente. Perdí varios seguidores esa noche, pero me sentí bien.

  1. Esta noche quisiera contarles algo breve. Me asomé por la ventana y un hombre estaba comiendo la tierra de mi jardín.

  2. Vestía de traje y sólo pude mirarlo de espaldas. En el momento que lo vi por la ventana, tenía un café en la mano y un cigarrillo a medias.

  3. Lo observé por la ventana, el hombre estaba arrodillado y escarbaba con sus manos la tierra. No volteaba. Simplemente comía.

  4. Cuando se me pasó la sorpresa, todavía no sabía que hacer. Dejé el café, abrí la ventana, y le grité-. ¡Oiga! -El hombre no volteó.

  5. En ese momento pasó un hombre de vigilancia y le hice una señal con la mano, el vigilante se acercó-. ¿Sabe? Se están comiendo mi jardín.

  6. El vigilante miró al hombre que nos daba la espalda, se encogió de hombros y me susurró-. Déjelo joven. Ya se le pasará.

  7. El vigilante se fue, parpadeé varias veces y prendí otro cigarrillo. ¿Ya se le pasará? ¿Se le llenará la panza… o qué?

  8. Hice, lo que supongo, muchos no querrían hacer en la misma circunstancia. Salí de mi casa y traté de confrontar al hombre de traje.

  9. Sus pantalones y sus manos, sus mangas de camisa y saco, sus pies desnudos, ya estaban manchados de tierra. Y no volteaba a verme.

  10. Siempre me daba la espalda.

  11. Podía escuchar como los dientes del hombre trituraban tierra y piedras, y confundido con ese sonido, habían sollozos ligeros.

  12. No soy de las personas que preguntan: “¿Qué te pasa?”, en vez de ello, busqué mi cajetilla de cigarros y le ofrecí uno. El hombre me ignoró.

  13. De la impresión inicial, que había sido una sorpresa desagradable, se convirtió en lástima. El hombre seguía tragando tierra.

  14. Cuando el vigilante pasó de nuevo, en su bicicleta, me descubrió sentado a un lado del hombre. Tal vez, sí, debí tener un bat conmigo.

  15. Te sientes perro, quieres que te saque de aquí a patadas, seguro eso te pasa -le dije. El hombre se tomó una pausa-. Blargh, blargh -dijo.

  16. -¿Quieres pasar a bañarte, a lavar tu ropa, algo qué puedas comer de verdad? -Traté de mirarle la cara, pero se giró una vez más. -Blargh.

  17. Al día siguiente el hombre seguía comiendo tierra.

  18. Mi mujer preguntó por él, -Un idiota -respondí-. Llamaré a alguien -me jaló el brazo y dijo con firmeza-. Ya se le pasará, de verdad.

  19. ¿Se le pasará qué? ¿La enfermedad? ¿El gusto por la tierra? ¿Se le caerán los dientes? ¿Se irá corriendo con la lluvia?

  20. Unas horas después, ese día, descubrí que ya había hecho un gran agujero en el jardín. “Mientras no sepa cuando cague”, pensé…

  21. Salí, otra vez, aunque sabía que era inútil. -¿Estás buscando algo en la tierra o es un hambre insaciable? -pregunté. ¿Qué no son lo mismo?

  22. Tomé un puñado de tierra y me la acerqué a las narices. Olía… pues, a tierra.

  23. Tomé un pedazo de tierra y lo puse en mi lengua. Sabía a tierra.

  24. No había nada especial en la tierra que estaba comiéndose el hombre. Pero ahí estaba, ahí seguía. Hambres y espasmos continuos.

  25. Esa tarde, pensé que no era el sabor, sino que estaba buscando algo el hombre. Cavé un agujero con él en la tierra.

  26. El vigilante pasó esa tarde, tal vez por curiosidad.

  27. El vigilante, enseñando una sonrisa de dientes negros, dijo-. Huy joven, no se le ha pasado, y ya lo contagió a usted.

  28. Necesito encontrar lo que está buscando, ya para que se vaya! -le grité al vigilante, mientras él se iba en su bicicleta y alzaba la mano.

  29. Mi mujer regresó en la noche y me acarició la cabeza-. Pronto se te pasará -me dijo, con tono condescendiente. -Estoy ayudando al hombre…

  30. Estoy ayudando al hombre porque quiero que se vaya -pero mi mujer ya había entrado en la casa.

  31. Me quité los zapatos, y no me importó que la cajetilla de cigarros se perdiera en el agujero. Seguí cavando. El hombre me acompañaba.

  32. Blargh menos, noblargh, estamos locos. ¿Verdad? -Me di cuenta que la tierra se me había metido en las narices, y por las uñas.

  33. Los ojos miraban café de tierra, mi paladar y mi lengua sabían a tierra, mis dedos estaban llenos de tierra, mis barbas de tierra.

  34. En algún momento, el hombre se levantó, se limpió los pantalones. Yo no pude levantarme, tenía que seguir buscando.

  35. El hombre me acarició el pelo-. Ya se te pasará -me dijo-. Y se fue -Me llevé mi primer puñado de tierra a la boca, y me supo bien.