Septiembre del 2002 es el mes que tiene más anotaciones en este blog. Eso no es coincidencia. La herramienta me era nueva, y mis ganas de comunicarlo todo estaban un poco fuera de control. No sabía que deseaba de mi blog. ¿Quién lo sabe cuando abre uno? Mi blog estaba en blogger. Tenía un diseño con fondo azul marino, secciones laterales de color ocre y letra gris claro. Usaba verdana diez como fuente y los comentarios los proveía un servicio nuevo –en aquel entonces– llamado haloscan. Antes del 2002, ya tenía una página personal donde publicaba los cuentos que escribía para entretener a mis amigos de preparatoria y un sitio para mantener una bitácora dónde hasta la fecha sobreviven nuestras burradas. En Agosto y Septiembre, también usaba el blog como una especie de twitter, donde anotaba una línea y con ello me quedaba contento. Por supuesto, no lo hacía con la maestría que lo hace Korochi, pero lo hacía. Ahora ya tenemos un servicio para líneas, una gran cantidad de plataformas para blogs, redes sociales para comunicarlo todo, video-diarios, una fotografía al día, redes infinitas para compartir información y más información. Tenemos más de lo que se pudiera desear.
Dentro de unos días se cumplirán ocho años en “Árbol de los Mil Nombres”. No tengo la fecha exacta porque hace unos años borré un par de entradas en esas fechas (Septiembre y Agosto) con el afán de editar. Había puesto, en mi cabeza, que la fecha de aniversario del blog era el 18 de Agosto porque es la fecha de mi santo, y así darle al menos una utilidad a ese dato estúpido. Tengo recuerdos de años anteriores, donde la fecha verdadera era el 16 ó 17. Ah, pero la edición ya me privó de ese dato verdadero y honestamente, no confío en lo que escribí en años anteriores. Qué aburrido. Por ello, he editado silenciosamente algunas entradas, porque así peleo con mi pasado. Además, esa es una de las bendiciones de la nueva tecnología y es editar lo que publicaste de chingadazo. No tengas miedo de editar. Nomás no te desdigas, porque seguro alguien te leyó en alguna ocasión y puede recordar. La congruencia no debe confundirse con la necedad y el criterio. Ese es un proceso que aún sigo aprendiendo. Por supuesto, se supone que una persona cambia con los años y que el cambio se ve reflejado en el producto de sus acciones. Este blog es el producto de una acción: una terquedad que con los años, ha continuado viva. Algunas veces con mucho estímulo, algunas otras, murmurando “mátame” con voz lastimera.
Ocho años. En este año, he pensado con frecuencia: ¿Cuánto tiempo llevo con el árbol? ¿Seis, siete? Ya pasaron más de cinco, porque recuerdo los cinco, deben ser siete, dudo que sea el ocho, dudo que sea el infinito vertical. Hoy comprobé la fecha después de una pesadilla que me arrastró fuera de la cama. Curiosamente, una pesadilla que se asociaba indirectamente con todas las preocupaciones que se han escrito en este blog, todos los viajes y los personajes que lo han leído, y después abandonado. Cuando me desperté el perro estaba gruñendo a uno de sus enemigos invisibles y saltó de la cama. Hizo un paseo de un lado a otro y después se acostó encima de mis jeans tirados en el piso. Bajé mi mano para ofrecerle que subiera de nuevo, pero me negó. Me levanté, mi mujer me preguntó si pensaba regresar. Le respondí que sí y luego pensé… “Siempre regreso”. Recordé a uno de los personajes que influenciaban este blog durante una temporada. Toledo, y descubrir quien era Toledo. No le he vuelto a ver desde hace unos años. Me sorprendería que Toledo regresara. Esa fue una etapa prolífica. Los misterios y la búsqueda son un motor creativo poderoso.
Jamás descubrí quien era Toledo.
Etapas quejosas, etapas miserables, etapas de crecimiento, etapas de contemplación. Éste blog lo ha visto todo y no le he negado nada. Nunca me he dejado guiar por lo que le gusta leer a la gente, sino por mi necesidad. Un egoísmo bastante honesto. He dejado de escribir en él por aburrimiento, sin embargo, no le he dado un tiro a la cabeza para recordarme lo brutal que puede ser el aburrimiento. Este blog es un espejo que me ofrece las imágenes indicadas en momentos inesperados. Me ha visto crecer y cometer errores. Me ha visto degenerarme y recuperarme. Es el inicio de un ciento de historias y algunas ya tienen final, sólo algunas. Sigue esperando a que me anime a completarlas una por una. Es el blog de los amores y los amantes. Pasado que todavía es presente. Éste blog, ¿tendrá un futuro? ¿Tendrá respuestas para mis hijos? ¿Para otras personas? ¿Estaré documentando correctamente todo lo que pasa y que de verdad sea de utilidad? Éste blog es un cenicero lleno de cigarrillos consumidos.
Y aquí estoy. Nada más aquí estoy. Puedo prometer que lo voy a tratar mejor y que, ahora sí, escribiré religiosamente todos los días. Eso es una mentira. Puedo prometer que escribiré todos mis ejercicios y que completaré todas las historias que ya abrí. Eso es una mentira. Puedo prometer que ahora serán puros cuentos, pura prosa y poesía, puro haiku y tanka, puros endecasílabos y sonetos alejandrinos mediocres. Eso es otra mentira. (Además, nunca he querido ser poeta). Éste blog está lleno de mentiras, en honor al egoísmo honesto. Mentiras que entretienen. Mentiras que me hicieron conocer mejor a mi esposa, a mi familia, a mis amigos. Hay de donde escoger, indudablemente, hay de donde escoger, pero no siempre escribo pensando en ese mito de: “La primera línea te va a jalar y no me abandonarás”. ¡Qué imbecilidad! Unos dicen que los cuentos son lo mejor. Otros dicen que las pequeñas novelas son lo mejor, y otros hablan de que mi vida diaria es lo más entretenido. He recibido muchos halagos, y muchas piedras, gracias a mi reflejo. Ni qué decir. Tengo un costal con todas esas piedras, porque las flores suelen marchitarse. Uso las piedras para nivelar mesas y aventárselas a los coches cuando voy a chilangolandia de visita. Así todas las palabras en mi vida convergen en un balance y se olvidan.
El árbol de los mil nombres, es un olvido con ocho años de edad. No se lo digan, pero jamás encontrará el nombre único y verdadero.