El aire decembrino enfría los cuerpos y, aunque tienen que levantarse a trabajar o a estudiar, sienten la pesadez de los párpados y la necedad en las piernas. Casi es hora de mandar por culo a los deberes. Así, tal cual. Hay luces en las calles, algunas pláticas giran en torno a los regalos o los viajes, o las comidas, o las calorías… Luego está el cuerpo, que sugiere descansos intermitentes, más horas de sueño, bebidas más cálidas y horas más estáticas. Nuestro espíritu de oso abre los ojos para sugerir la hibernación.
Diciembre no es un mes cruel. Sólo es un mes frío… un mes dormido. La crueldad son los recuerdos.
Las iglesias de Cholula hacen ruido y explotan cohetes con más regularidad. Cholula, en diciembre, convierte su tiempo en niebla espesa. Las tiendas abren más tarde; las bicicletas pasean a hombres y mujeres tapados con bufanda, abrigos, chamarras; en la ventana de los cafés escapa más vapor del acostumbrado.
En diciembre riego mi jardín y la humedad se convierte en un cristal.
Ya casi es hora de evaluar los propósitos y preparar un cuaderno con los siguientes buenos deseos. Esos cambios que según, esta vez, ahora sí, lo prometo por Dios y por mi madre, y mis abuelos, y las canas de mis ancestros y los pañales usados de mis niños, esta vez voy a cumplir. Por ejemplo… yo creí que este año llegaría a los cien libros leídos. Me lo tomé muy en serio a mitad de año. ¿Y qué pasó? Que solamente llegué a 60-65 (sin contar el manga), y que es imposible, en unas cuantas semanas, anotarse los cuarenta que faltan.
Leer no es algo sencillo. Hay que sacrificar muchas horas de televisión, de internet y de ocio. Entregarse al placer de la lectura es un compromiso.
Pude cumplir otro propósito: Cambiar el tema del blog por uno “menos blog”. Mudé piel para cerrar el año y empezar el siguiente. ¿Cuánto tiempo me durará el gusto? Ah, quién sabe. Cambiar el diseño del blog, me parece, es uno de mis caprichos más consistentes (lo mismo que escribirlo) en estos ocho o nueve años que se ha mantenido arriba. En estos tiempos, pienso, los diseños de una bitácora importan poco… habiendo herramientas como los feeds, instapaper o readibility. El diseño de un blog es un capricho cada vez más superficial.
El único que parece crecer en diciembre es mi cacto. Ha expulsado otras dos bolas espinosas. ¿En qué se estará convirtiendo?