Leí el camino del Bushido, la noche anterior vi Revolver, pensé en los enemigos invisibles del Killer cuando ladra a la nada y azuza a la otra perra para ladrar juntos a la puerta. Muchas de nuestras relaciones se ven envueltas de ficción, completamos lo que no preguntamos a través de la observación y los juicios. Incluso si preguntamos y recibimos respuestas, es muy probable que dudemos, que desmenucemos una mentira o notemos las incongruencias entre el modo de actuar de la gente muy cercana. Dejamos de ser niños cuando nos damos cuenta de la humanidad de nuestros padres, o los otros grandes numerosos. El samurái, según el Bushido, es su propio enemigo y tiene el deber de no engañarse, de gobernar sus propias pasiones, su propio ímpetu. La psicología contemporánea explora al enemigo como nuestras propias inseguridades y temores, depositamos en alguien más un manojo de porquería y pensamientos desagradables. Quizá este año consiga dominarme mejor. Antes de crearme un enemigo me pondré a pensar si no es una ficción que estoy creando para entretenerme en algo. Cuando me aburro es lo que hago.