Pienso en Sade:

  • El último tomo de Juliette me tomó por sorpresa: Una lectura más ágil, la filosofía se libera (ya fue protagonista, el lector ya debe conocerla para ese momento), se enfoca en los diálogos, en los personajes, en su viaje. Recupera algunos personajes del pasado y con ellos forma un singular grupo de criminales. Juliette viaja con ellos a Roma, a Italia, a Grecia, para describir los monumentos de un erotismo salvaje, animal.
  • El tercer tomo es un diálogo que tiene Sade con reyes y príncipes, a través de Juliette. A todos les pide renunciar al cargo, y que si aceptan ser filósofos, y creyentes de la filosofía natural, se aceptan que no son diferentes a otros hombres, su cargo es una ilusión, un método de control. Juliette no teme por su vida, sus palabras le hubieran costado la cabeza. Me imagino, pues, que está por suceder la Revolución Francesa (si no es que ya sucedió).
  • El segundo tomo es una acumulación de crímenes, peldaños para que Juliette llegue a cumplir una de sus fantasías eróticas más grandes: Joder con el Papa (a quien también le exige renunciar a su cargo, y, cómo no, deshacer la Iglesia Católica), y después despojarle de todos sus tesoros.
  • La repetición de ciertas palabras y frases han hecho que se me queden: Joder, lubricidades, semen (para todos los fluidos que salgan del cuerpo), “tan guapo como el Amor”, “tan hermoso como el día”, “tan guapo como un amanecer”, “soy lo bastante filósofo”, “socratizar (encular)”…
  • En el tercer tomo, Sade cambia de Narrador y presenta la historia de un hombre. Un libertino que traiciona a toda mujer con la que se relaciona (sean virtuosas o sean criminales). Termina ofreciéndolas como un sacrificio para sus fiestas y su deleite. ¿Sade?
  • Parafraseando a Juliette: “No importa si somos reyes o esclavos, pastores o rebaño, virtuosos o criminales… todos eventualmente caeremos rendidos al último suspiro”. Juliette, pues, tiene algo de samurái. Cualquiera de sus días puede ser el último y los aprovecha, sin temores.