Soñé con B, y un grupo de alegres desconocidos. Creo que antes de la escena que voy a relatar, nos encontrábamos jugando consolas viejas y luego me levantaba para revisar la configuración, quería tener a la mano los viejos juegos, una organización que me permitiera cualquier capricho (una obsesión que ocupó algunos de mis días, quizás todavía). Estábamos reunidos en una plaza, y en la plaza, en un local parecido al ático de una casa americana. No sólo se trataba de jugar, también de trabajar, un ambiente muy relajado. Me gustaría trabajar ahí. Repentinamente tenía la correa de mi perro en las manos y él me acompañaba. Pensé: “Es cierto, estábamos en medio de un paseo”. Nico se asomó por la ventana, había unos perros monstruosos, extraños. Había un pastor alemán con cuerpo de un conejo trataba de subir las tejas, un gato gigante y gordo, quizás de un metro de cola a cabeza, nos observaba con su enorme cabeza desde las ramas de un árbol. También había algunos boxers, algunos lobos, algunos coyotes, pero con los miembros dispares, retorcidos, y paseaban por las calles para encontrar comida en la basura. B me tomó del hombro, me preguntó que si podría llevarme al lugar donde había sentido la aparición. Sentí un golpe de temor, pero le dije que lo llevaría. Salimos del local y paseamos por la colonia, similar a la del Valle. Había un local para representaciones de teatro amateur que estaba cerrado, y al momento, abierto. Me sorprendió la seriedad del lugar, el escenario, y que los actores eran niños, pero los niños jugaban con el escenario en vez de actuar. Mientras tanto, le narré a B la historia de la aparición: En una calle poco transitada, al menos no lo es desde que la aparición se hizo común, un día caminando con Nico sentí que me suspendía de miedo. No podía seguir caminando, no podía moverme, no podía decir nada. Recordaba todo esto mientras lo platicaba, el recuerdo en el sueño, y la sensación parecía real, podía verme estático, inmóvil, mientras pensaba angustiosamente como salir de la situación. Lo que no le dije fue como sentí la presencia de esa persona, recorriendo con sus delgados y fríos dedos mis hombres, mis brazos, mi espalda, algo de mi rostro. Si pude salir de ahí de ello, decidí en ese momento, fue porque me abandonó.