Caminando por la Fayuca de Puebla, descubrí una película llamada V/H/S. La portada: una mujer amarrada y amordazada con un gagball de silicón. Sospeché. Tomé la película para leer de qué trataba y parecía, engañosamente, corresponder a la imagen: un grupo de criminales entra a una casa con la orden de robar una película en VHS, pero descubren que la casa está llena de esas cintas y ahora deben recorrer todas las películas para descubrir la que buscan. Encuentran que las películas son terroríficas, algunas snuff, y deciden verlas mientras los acompaña un muerto silenciosamente, desde un sillón que también tiene vista a los televisores.

Al final, la película tenía poco que ver con la perversión (o cualquier perversión) de la portada (esos piratas, tan desvergonzados y atinados) pero fue un descubrimiento interesante y agradable.

Son dos películas hechas por un colectivo y cada una de ellas es una antología de terror, principalmente fantástico. Lo interesante es que no sólo son historias que van una tras otra, sino que la estructura de la película permite que los personajes que miran las cintas, formen parte de una trama global, algo que se teje afuera y eso, a su vez, es una excelente manera de inquietar al espectador, de hacerlo sentir que también forma parte de una cinta.

Los cortos (son cuatro por película, si no me equivoco, más el quinto que es la conclusión de la trama global) son terror y gore del clásico, un homenaje para aquellos que nos espantábamos de chamacos con las noches terroríficas de canal 5, los sábados por la noche / madrugada. El primer corto sienta perfecto el humor de las antologías, terror fantástico, sin preocuparse por insultar a nadie, y eso le avisa al espectador que esperar de la franquicia, si es que el colectivo decide avanzar más allá de la segunda.

Una de las cosas que me gustó de ambas películas es que los directores, escritores y productores (un equipo de chavos) se preocuparon por ofrecer alternativas para narrar historias a través de cámaras (todas las historias son de cámara en mano, lo cual explica, hasta cierto punto, porque están grabadas en VHS). El punto de vista de la primera historia usa una cámara espía montada en unos lentes, lo cual ofrece cierta estabilidad a un medio que fácilmente puede caer en el abuso de los movimientos de cámara, la nausea. En la segunda película usarán esto al máximo: la historia de los zombies es contada a través de un iPhone y una cámara en el casco de un ciclista; y la del grupo religioso usa una mulitud de cámaras: profesionales, espía, digitales de fotografía, entre otras.

Disfruté la mayoría de las historias, la verdad, por lo grato del formato y porque me gusta el terror. En la primera película, la historia global es suficiente para quedarse con un buen sabor de boca, mientras que las historias de la segunda película están todavía mejor trabajadas y ofrecen casos humorísticos, explosivos y poco explorados de éste tipo de cine. La historia global de la segunda película no me gustó tanto pero, supongo, es difícil superar el ritmo de la primera. Un espectador no cae dos veces con el mismo truco.

Véala, de preferencia con una morra, seguro la espanta y ya cualquier cosa que se le ocurra, la hará infinitamente más feliz que seguir viendo las películas.