Mateo entró. Se encontraba en un pequeño auditorio circular. En el centro había una docena de cuerpos desnudos. Como él, a los alrededores, protegidos por la oscuridad, había un grupo de espectadores. Ellos estaban vestidos. Casiopea vibró en su bolsillo, la sacó para leer el siguiente mensaje:

“Te encuentras en El Círculo de los Amorosos. La próxima función es en cinco minutos (8 PM). Si quieres participar, debes entrar al círculo, desnudarte y seguir las instrucciones de Sabines al pie de la letra. Por cierto, Dalila H. se encuentra aquí”.

Mateo recordaba vagamente el poema de Sabines. No le gustaba. Le parecía cursi. Quizás fue un error seguir a Dalila pero es que la chica le gustaba tanto. Probablemente podía fingir que le gustaba “Los amorosos” hasta conocerla mejor. La buscó con la mirada y cuando la encontró, su corazón olvidó el rencor pueril que le tenía al poeta.

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