Algunas veces, mientras camino, siento mi cabeza vacía. Entonces me angustio porque todos los problemas que usualmente tengo en la cabeza, y a los que siempre les estoy buscando solución, parece que se difuminan o se convierten en ruido blanco, y no entiendo lo que está pasando. Entonces tengo miedo de que me dé un ataque, un aneurisma o algo similar. Pienso de qué podría estar enfermo pero como mi cabeza está vacía, y no puede interpretar bien las cosas, es incapaz de darle un seguimiento. Me pregunto: ¿así se sienten los imbéciles? ¿O esto es la felicidad solo que me aterra conocerla? Luego tengo ganas de dejarme ir, de ser un idiota, de permitir que mi cuerpo abra los canales y me dé, por fin, ese ataque fulminante que, supongo, en sesenta años acabará conmigo. Pero no me dejo. También me gusta estar vivo, aunque sea como un idiota.
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