El otro día soñé con la vecina. Soñé que me la cogía y que después era vergonzoso vernos. Ella se enojaba conmigo. A mí no me importaba. Cosa rara porque no soy así, ya no. El matrimonio me dio buenos límites. Siempre que sale me sonríe amablemente. A veces usa shorts y deja ver las piernas. Usa colas de caballo como me gustan. Perfectas para coger de perrito. Me gusta su sonrisa pero es que vivo en un lugar de jóvenes, muy jóvenes, por supuesto que todo me va a gustar aquí. No solo mi vecina, también la otra y la otra. Andan en faldas, con el culo parado, con amplios escotes o mostrando los muslos. Mientras tanto yo tengo que hacerme el duro (para sentirme un poquito más seguro) y ser amable, voltear para otro lado, mientras que mi esposa se ríe de mí y me muestra las nalgas de otra, y me pregunta cómo me gustaría cogerme a esa, y a la de blusa verde y a la del cabello claro; nomás que se entere me gusta la vecina no me la voy a acabar.