No tengo mucho qué decir acerca de Plazma Being. Jugué cuatro niveles de diez. Más de lo que esperaba. Fueron unas tres o cuatro horas. Sin embargo, esos cuatro niveles que jugué fueron suficientes para que el producto me diera curiosidad. Resulta que Plazma Being es el trabajo de un sólo hombre: Felix Wunderlich, un desarrollador de Irlanda. Lo conseguí en un bundle. Casi puedo decir que es un regalo. El problema es que no soy muy afecto a las plataformas cuando las combinan con acertijos (puzzles). Prefiero mis plataformas en un tenor un poco más dinámico, volátil, inesperado.
Los puntos débiles de Plazma Being: sus texturas, su diseño de personajes, sus sonidos y su música parecen fáciles, sacados de algún sitio de stock. Están bien escogidos pero queda esa leve duda.
Sin embargo, los puntos buenos son suficientes para provocar la inspiración: la jugabilidad es excelente. El desarrollador fue meticuloso para asegurarse de que manejar a Zeb, el monito de plasma, se convierta en un placer y con ello invita a una exploración gozosa, casi infantil, de los escenarios. Los niveles, a su vez, fueron diseñados con sumo cuidado para aumentar progresivamente la dificultad del juego. Cosa que no es fácil. Felix tiene colmillo. También el juego, en sus breves retazos escritos, despliega humor y elocuencia. Tiene más historia y más carcajadas que en juegazos comerciales.
Recomiendo este juego como un aliciente, un amuleto de inspiración. Este es el trabajo mínimo que puede alcanzar una sola persona (claro, también está Cave Story y Braid, pero… en algún lado se debe empezar. Plazma Being es un excelente primer juego). También lo recomiendo para aquellos que gusten apoyar el trabajo de Felix, un desarrollador independiente. Desde su página se ve que le gusta trabajar conceptos interesantes. Si lo ven en un bundle, no duden que este juego es una buena adquisición (y con buen corazón) para añadir a la biblioteca. También conviene tener un ojo en el desarrollador: cuando consiga un equipo seguramente hará muy buenas cosas.
