McPixel parece un juego simplón pero, así como lo ven, a través de su desarrollo consiguió un montón de cosas que incluso videojuegos de rango medio o de estudios independientes con un presupuesto generoso, envidiarían. ¿De qué se trata? McPixel es una aventura de point and click disponible para todos los formatos imaginables (celulares, pc, mac). Tú manejas a McPixel, una parodia entre McGyver y McGruber. Es casi un héroe: y digo casi porque es nefasto y porque siempre pierde. El objetivo es evitar la explosión de las bombas o salvar al mundo en menos de veinte segundos durante cien niveles.
Si alguna vez vieron un episodio de McGyver, sabrán que el gozo de la serie era que un señor muy ingenioso podía salvar el día con un clip, un imán, una moneda de diez pesos y/o una hoja de papel. McGyver se traduce, en el mundo de McPixel, a que debes de dar click a todas las cosas para tratar de desarmar las bombas. Muchas veces las respuestas no tienen sentido: por ejemplo, das click una dentadura para recogerla y evitar, con ella, que un tipo te patee en los testículos y luego ese tipo, quien lleva la bomba consigo, se avienta de un tren en movimiento por el dolor de la mordida.
¿Se dan cuenta? Este es el tipo de humor del juego: muy físico (slapstick se dice en inglés), también juega constantemente con lo absurdo y lo escatológico. Como emula la estética de los 8 bits (Commodore 64, Atari) pues fue sencillo para el desarrollador explorar rangos de humor muy diversos que van desde lo fino y lo sutilmente irónico, hasta lo demasiado obvio y grotesco. Aunque las gráficas son muy simples consigue que la animación sea precisa, y cómica, y va muy bien con la música la cual es pegajosísima y nada intrusiva. En McPixel muchas veces tendrás que meterte al culo de un anciano para meterte al culo de un nanorobot para soplar una vela que tiene la capacidad de explotar el mundo todo al ritmo de una música épica, heroica, de una tensión dramática impresionante. A pesar de su sencillez, McPixel consigue un humor envidiable, una forma muy alta y difícil de alcanzar, sin ser pretencioso o chafón: y eso es la parodia de la parodia.
Así de cabrón.
Una curiosidad de McPixel, por ejemplo, es que su creador liberó el juego a través de torrents. Y así obtuvo el marketing necesario para impulsarlo. Eventualmente, piratebay hizo su primer experimento con este juego: una especie de venta y distribución oficial. Si mal no recuerdo, como en los bundles, tú podías aportar una lanita y esto llegaba al desarrollador. Y si no, pues tenías tu copia del juego y no había bronca. Este tipo de acciones siempre sorprenden por experimentales, arrojadas, pero lo triste, es que rara vez estos modelos se repiten o si se repiten, el material no tiene la suficiente calidad para que nosotros, consumidores/espectadores, demos nuestro tiempo y nuestra voz para promover esos productos. Eso es un poco triste porque, supongo, muchos creadores sueñan con este tipo de promoción y propaganda. McPixel es un buen producto pero fue la fuerza de la gente quien lo subió a un pedestal. Y a pesar de que McPixel consiguió en un momento brillantísimo desplegar un humor muy necesario, no sólo a la industria de los videojuegos, sino a la industria de la creación en general, cabe preguntarse: ¿lo mereció realmente?
A saber.
Otro dato interesante: McPixel fue desarrollado en 48 horas.
Dejando de lado todo el misticismo alrededor de este juego, debo dar un veredicto y es que vale la pena jugarlo. No toma mucho tiempo: dos o cuatro horas son suficientes para terminarlo. Además, el juego es muy gracioso y es una exploración, y una burla, a un rango diverso de personajes de la cultura popular. Bueno, cada vez que digo: LA-CULTURA-POPULAR, me siento viejo, pero es verdad. McPixel se burla igual de Obama, de Batman, de Sephiroth, de los Simpsons, del Nyan-Cat, del Glitch Art, de la vejez, de los niños, de los viajes en el tiempo, etcétera. A veces, incluso, se caga sobre ellos. McPixel es el meme llevado a otra expresión, una más interactiva y dinámica, y quien lo juegue, no se arrepentirá de las carcajadas ruidosas o incómodas. En Steam cuesta 60 pesitos.