Primero una aclaratoria, siento que es importante hacerla por el género que compete a Ashes of the Singularity; hace tiempo no juego muchos RTSes, siento que toman mucho tiempo y no los disfruto tanto como otros géneros. En cuanto las cosas se tornan difíciles en un RTS, me da pereza y suelo frustrarme rápido. Ya no tengo la paciencia para regresar dos o tres o cuatro horas de juego y aplicar una mejor estrategia. Cuando era chavo, en los tiempos del Starcraft y del Warcraft, me encantaba. Ya soy un viejillo, sniff. Este género ha evolucionado para satisfacer a mentes que desean afinar y aprovechar a full los mecanismos de este tipo de juegos. El chiste es exprimir el jugo a la simulación de guerra.
Precisamente porque es un género difícil y laborioso, es todavía más complicado reseñarlo. Creo, sinceramente, que la mejor reseña proviene de aquellos que han dedicado al menos unas 30-50 horas de juego, sobre todo en multijugador. En Ashes of the Singularity, apenas dediqué unas diez y en modo campaña. No terminé el primer capítulo. Sin embargo, quizás mi reseña sea de utilidad para algunos indecisos.
Ashes of the Singularity me impulsó a jugarlo más tiempo porque me recordó a Starcraft II. El diseño de las naves, de los planetas y la música me llevaron al recuerdo de largas e intensas horas, en la oficina o con mis amigos, produciendo ejércitos y abundancia para aniquilarnos. Si teníamos algún pedo o alguna frustración, abríamos el Starcraft para que se decidiera la cosa. Ashes of the Singularity parece que toma ciertos elementos, además de lo obvio: ciencia ficción, para provocar a los fanáticos del Starcraft cierta melancolía y los invita a quedarse más tiempo para explorar las posibilidades del juego. Si avancé más horas de las que tenía planeada en este RTS, fue por eso. El juego picó los botones adecuados.
Sin embargo, su complejidad es más rica: el método de extracción de recursos involucra la captura de regiones y defender una región es francamente complicado. No basta con poner algunas torretas o algunas unidades, si no mides bien tus recursos y tu ejército, una región puede quedar desprotegida. Perder una región significa tratar de recapturarla. Tratar de recapturar una región es el inicio de una tragedia: pronto recibirás un ataque a la base que retroceda tu estrategia varios pasos y te lamentarás de no haber capturado esas regiones antes.
La única estrategia que realmente me funcionó en este juego, en un par de mapas, fue construir un ejército más o menos variado lo más pronto posible y atacar la base enemiga a la brevedad, antes de darle tiempo de capturar regiones y armar ejército. Ashes of the Singularity antes que promover un desarrollo pasivo, meditado, promueve un juego agresivo y dinámico. Al menos, en mi caso, no encontré la fórmula para jugar más lento mientras que una estrategia agresiva resultaba sumamente efectiva. Lamento esto: a veces lo sabroso de estos juegos es, precisamente, la construcción y el desarrollo, ver hasta donde puedes llegar. Pero supongo habría que bajar la dificultad para avanzar por este lado. Yo lo jugué en “Normal”.
Hay cuatro tipos de unidades: fragatas (carne de cañón), cruceros (tanques), aéreos y dreadnaughts. En mi breve tiempo jugando Ashes of the Singularity, no encontré que alguno de estos tipos dominara sobre los otros. No hay camino fácil como un ejército de elefantes, uno de cientos de ogros de dos cabezas o un ejército de cruceros protoss para destruir al contrario. Es un juego muy complejo de piedra, papel o tijeras, donde constantemente tienes que planear y buscar un balance en las unidades de tu ejército para que no pierdas frente a ciertos tipos de unidades. Personalmente, siento que esta complejidad sale sobrando, pero algunos lo preferirán así.
Entre más grandes y pesadas son las unidades que construyes, necesitarás capturar regiones adicionales para la producción de recursos. Sólo necesitas dos (al menos en eso es simple): metal y radiación. Hay un tercer recurso que es el quanta, pero digamos ese recurso sólo es para ciertas actualizaciones y lo adquieres conforme avanza el tiempo. Las minas son infinitas, pero entre más unidades tienes presentes o más unidades construyes a la vez, la producción de los recursos se alenta y entra en un cuello de botella. El tiempo de construcción no es fijo, sino que depende de los recursos que tengas a la mano. Un sistema fregón que me gustó del juego, es que si tienes un crucero en tu grupo de unidades, puedes transformarlo en ejército. Este ejército tiene acceso inmediato a “llamar refuerzos”, lo cuál es un acceso rápido a las fábricas y las armerías, y esto permite rellenar más rápido las filas en caso de perder unidades.
La historia de Ashes of the Singularity no destaca por algo especial. Hay un traidor obvio que se descubre muy pronto; su falta de riqueza narrativa se esconde a través de términos vagos de ciencia ficción y otros usados a la ligera: la idea de la post-humanidad, la singularidad y las inteligencias artificiales. Tiene uno que otro concepto interesante, como la idea de convertir a los humanos en “energía”, o “cerebro”, y este humano sin cuerpo es quien toma el control de un ejército y un planeta. Esto último explica, de manera chusca, por qué vemos siempre este tipo de juegos “desde arriba”, pero creo que fue más accidental que intencional. Parte de lo sabroso de Starcraft en las campañas individuales era la historia de estos marinos espaciales, exagerados, brutos y grotescos, quienes siempre dejaban espacio para el humor en medio de los clichés del Space Opera. Aquí falta esto y creo que una mejor historia me hubiera impulsado a continuar en la campaña de un sólo jugador. Pero ojo: aunque la historia no es excepcional, tampoco es mala, tiene su encanto y provoca algo de curiosidad.
Entré a las salas multiplayer porque un jugador en twitch me lo pidió. No había más de 40 personas en línea. Recomiendo el juego para quienes planeen jugarlo con amigos o que gusten de las campañas de un jugador.
¿Recomiendo Ashes of the Singularity? Sí, gente adepta al género lo disfrutará. Sus mapas, su música y sus unidades tienen gran variedad para ofrecer retos y diversas estrategias. La captura de zonas hará chillar y sangrar a los más aguerridos comandantes. El diseño del juego es de una calidad indudable. Juégalo con amigos.