Categoría: La habitación de humo

Los nueve mil desaparecidos

La CNDH exige que el ADN de los muertos sin nombre, se conserve en una base de datos para que, eventualmente, cuando las cosas estén más relajadas, alguien tenga la delicadeza de descubrir el nombre de los muertos y notificar a los familiares que han perdido a alguien. La ONU decidió apoyar la exigencia porque, pues, es de humanos ponerle nombre a los muertos y dar las noticia para que los familiares pue- dan practicar el rito del abandono y del continuar viviendo.

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Instructivo para derrocar una dictadura

No digo con esto que me decepcione la ausencia de sangre y los conflictos lánguidos. Al contrario, me entusiasma saber que es posible derrocar a un dictador de manera pacífica. Donde hay voluntad, ya sólo necesitas abrir una página de facebook y una cuenta de twitter para iniciar el detonante que habrá de cambiar una nación. Con razón no le resulta raro a la gente pensar que este intercambio binario es una especie de sortilegio, un soplo de magia que con las palabras indicadas puede lograrlo todo. Derrocar dictadores es, tal vez, lo menos solicitado en las búsquedas… cuando la magia también tiene granjas virtuales, fotografías de nuestro próximo amor y los relatos picantes de un anónimo que se hace llamar Gabriela.

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La habitación de humo

El nombre y el apodo son títulos que nos describen en unas palabras. Nombre, apodo, apellidos y tenemos una persona a los ojos de nuestra familia, nuestros amigos. En ese orden: lo que nuestros padres desean para nosotros (por ejemplo, el padre que nos llama igual a él y espera que seamos un reflejo, una continuación de su existencia), el apodo (como nos perciben los otros y esto, lamentablemente, puede ser definido por el momento más vergonzoso de nuestra existencia) y los apellidos (años de historia que irremediablemente cargamos a nuestras espaldas).

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