Categoría: Los gustos

Erotizar un libro (literatura histérica), y 375 libros gratis en Open Culture

Una obviedad: Al tener una representación física (es muy fácil decir que no, hoy en día, los libros son parte de internet y todos los días, cientos de libros nuevos caen al río), el libro también corre los riesgos de convertirse en objetos de fetiche. Gracias al Pornito y su sección SFW, llegué al proyecto de “Hysterical Literature”.

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El año de Proust

Este año comencé uno de mis proyectos literarios más ambiciosos como lector: Leer a Marcel Proust y los siete tomos de “En busca del tiempo perdido”. Quise, de alguna manera, que mis treinta años significaran algo como lector y escritor. Leer también es escribir (es un aspecto de muchos). Escritor que no lee sólo puede burlar una vez, o dos, pero eventualmente cae presa de su propia desidia y lo castigan como a un Karamazov. Quizás con lectores dedicados evitaríamos el tufo del plagio.

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Algunas herramientas para escribir

Me han preguntado si conozco procesadores de texto que sean… simplemente eso, procesadores de texto (Recuerdo que en DOS usaba el clásico QEDIT, alabado sea). Por supuesto, existen Word y sus clones (OpenOffice, Pages), pero no son amigables con tantos iconos y distracciones regadas por toda la pantalla. Para escribir, y simplemente escribir, sin preocuparse por formatos, márgenes y monitos para poner en el texto, no son muy útiles. Desde hace tiempo, he buscado y probado opciones para una escritura libre de porquería y que el propósito simplemente sea poner una palabra después de otra. La revisión y el formato vienen después. Esta es una lista de los procesadores de texto que uso para darle vuelo a la hilacha. Haré un repaso por sus virtudes y una explicación para qué los uso.

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Un tonto occidental

Según OmmWriter, este texto lleva menos un caracter. No me extraña. Debo alguna vocal a los espíritus, *and perhaps several pounds of flesh*. Cada vez se me complica más escribir en el blog. Qué culero, y eso debería estar en todas las reglas de los bloggers que se sientan en Fight Club: *No escribas de por qué no escribes*, pero aquí estoy, en la dolorosa situación de ocupar el recurso para iniciar el primer párrafo. Lo he hecho antes, no estoy limpio, hacerlo de nuevo es lo de menos. Una vez que incurres en el delito pues disfrútalo. Ya qué.

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Ráfagas cotidianas

Hoy, acabo de descubrir que los pequeños adaptadores que me costaron 500 pesos para que el iPad pueda cargar las fotografías de una cámara o una tarjeta SD, también me permiten conectar un teclado y escribir en él. Todo este tiempo y sin saberlo, pude empezar a escribir mi primera novela de 7000 páginas en uno de mis tantos dispositivos.

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Poltergeist, Proust, etcétera

Leo “Poltergeist”, una novela más que arrostró para llegar a mi biblioteca. (Bonito verbo, arrostrar, me gusta mucho. Es preciso, suena rico). Lo leí de niño. Tendría como unos nueve o diez años. En ese entonces me daba miedo. Repentinamente, mientras avanzaba las páginas esta tarde, recordé imágenes de mi niñez, momentos de la película y fantasías escabrosas, imaginadas, que tuve alguna vez mientras devoraba el libraco. La escena de Marty en el baño y en el espejo, la mordida, el payaso sonriente.

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Felicidades, México

Pues no tiene caso felicitar a México por su democracia, ni sus gobernantes o sus políticos, tampoco por los hijos de estos o por los sicarios, los narcotraficantes, los corruptos, los culeros que siempre tienen una sonrisa.

Sin embargo, siempre se puede felicitar a México por sus flores, por sus nubes, su comida picante, sus cantautores tristones (pero sin abusar, nomás un rato)

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Voltear a los ángeles

Me pregunto si servirá de algo voltear ángeles, así como uno voltea a San Antonio para conseguir los milagritos. Me acuerdo de “¿Qué te ha dado esa mujer?”, cuando el personaje de Rosita Arenas volteaba al santo para alguno de sus nefarios planes. En aquel tiempo era chistoso que el personaje se llevara gran porcentaje de la propina para ponerlo en el cochinito. La gracia actual de lo políticamente correcto nos lo presenta, sin chiste alguno, como algo mezquino, una actitud de un ladrón o de un salvaje. Me daba gracia. Hogaño, una porción de mí piensa en lo incorrecto, en lo terriblemente tacaño del asunto. Dejar propina es un acto definitivamente subversivo: Tanto para los que dejan las monedas como para los que, con rostro gravísimo y las convicciones bien puestas, dicen que no. Hay gente que se inventa una larga disertación de por qué no dar la propina para provocar la revolución de los meseros en el mundo y que ellos, pues, exijan un salario, condiciones más justas, una vida mejor. Recuerdo el diálogo del Señor Rosa, en “Reservoir Dogs”, acerca de las propinas y su peculiar filosofía de no dejarlas.

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Aysí

Ay sí, ay sí, con la app de wordpress ya puedo escribir, mientras camino, en mi blog. Así me arriesgo a darme el putazo pero el ejercicio de la escritura cronológica se convierte en un verdadero deporte. Uno de riesgo. No diré que de alto, porque eso suena bien pendejo, pero al menos de mediano, porque un putazo contra el poste duele.

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