Apagué mi cigarrillo y el humo hizo un torbellino desesperado antes de consumirse por completo. A veces sonrío, cuando empecé a fumar, solía tomar mi adicción como una broma. Los cigarrillos tenían ojitos y boquitas y me suplicaban como niños que no los fumara, que no los matara. Yo me carcajeaba, como un lunático, de mis propias ocurrencias y sádico, cruel, prendía y aspiraba. El cigarro moría lentamente y su grito ahogado se escuchaba en las cavernas bronquiales.
Fue gradual el cambio de papeles, lo se, pero mi entendimiento fue repentino. Ahora son ellos los que tienen una cara dura, los que me susurran como un súcubo que los tome y me los lleve a mis labios, me tratan de su puta y me hacen comprarles y además, pagarles con mi salud. Curioso como cambian los papeles. Me los llevo a las boca y sonrío, después de todo, ya no ruegan, ahora soy yo el que pide que sea el último y muy dentro de mi, escucho el grito pulmonar.
Estructuras, no soy arquitecto, ni diseñador. Diablos, ni siquiera soy un escritor. Pero a lo largo de mi larga vida, mis ciento cincuenta años, he descubierto que todo trata de estructuras y disciplina. Claro, cada quien en su vida dice que la vida se compone de alguna palabreja, en mi caso, al menos el día de hoy, digo que se trata de estructuras y disciplina, elementos que con el manejo correcto, otorgan Control.
Es una vida más tranquila y los sueños se acercan a la realización, cuando tienes consciencia de tus recursos. Quisiera presumir que mi control es absoluto aunque soy fanático inconsciente de la relatividad (y en algunas veces, consciente). Viva Einstein, que con su teoría, nos ha hecho pensar a nosotros, los pseudo filósofos, que todo es relativo o como bien dice, “Depende del cristal con que se mire” o bien amado sarcasmo del “Cada quien habla de como le fue en la feria”.
Algunos nos obsesionamos con el control y lo perdemos tan fácil.
Caminar, andar, seguir, trotar, avanzar, saltar, continuar.
AMOR.
Acariciando el Muslo de Ofelia, Revivo.