Hugo es mi hermano. Al verlo, una imagen del futuro donde él es un científico loco se me presenta y asiento lentamente. No se me haría raro, aunque suena raro, ¿me entienden? Tiene todo el perfil: Es inteligente, es curioso, es intuitivo, quiere dominar el mundo. Cuando quiere algo, trabaja para conseguirlo y cuando no lo quiere, es como toda la familia, lo deja escondido en alguna parte de su cerebro hasta volverlo a desear. Mientras esconde aquello, nadie le convencerá de lo contrario.

Es un poco tímido pero búscale y no te soltará, hablará hasta por los codos, siempre y cuando sea algo que a él le interese.

De niño pedía un hermano, pero lo veía un poco difícil. Una madre soltera, ya saben. Pero los seres humanos repetimos ciclos, no necesariamente errores, tan sólo reafirmamos nuestra naturaleza. A mis nueve años me enteré que tendría un hermano y me emocioné. Esperaba que fuera un varón para poder jugar con él, aunque me lamentaba un poco: Hacía las cuentas y pensaba que sería poco tiempo el que pudiéramos jugar antes de que yo me volviera un amargado por la pubertad y luego la adolescencia.

Nació y me prometí ser un buen hermano, nada más. Uno en quien él pudiera confiar. Tal vez he sido un poco frío en ocasiones, un poco distante. Pueden ser los diez años de diferencia… sólo me queda a mi hablarle de mis experiencias y a él, hablar lo que yo ya pasé. Antes nos unían los juegos, las películas, los hechos familiares, ahora ya no tanto. Nos hemos ido separando, sólo podemos ofrecer nuestras vidas, contarnos sus acciones y reacciones. Y por supuesto… hablar de mujeres, es un tema que no nos falla.

Si todo sale mal, si no llego a ser millonario, él será quien me mantenga.