La libre de México-Cuernavaca es horrible de noche. Aunque es hermosa para ver la ciudad desde una perspectiva más alta… desde hacía tiempo que no veía tantas luces, como si fuesen estrellas caídas, vencidas por el peso ¿o por la vanidad, será? Quien sabe, toda la ciudad en mis ojos y ya.
Bob.
Hoy fui a una filmación en el mirador [casi Cuernavaca]… donde las parejas llevan su coche y cogen (viven, crecen, follan, fornican, copulan, se reproducen y se mueren, durante los segundos que dura el orgasmo), mientras ven la ciudad o sus luces, dependiendo de las nubes. Aprovechando eso, hará algunos años, abrió un restaurante con el nombre del lugar. “El Mirador”. En ese restaurante estaba yo, soportando el frío con mi chamarra impermeable, observando a una modelo que trajimos de miami (venezolana) comiendo una galleta (de chocolate [yum yum]). Escuchaba a alguien decirme que en México tenemos iguales, o mejores, y mucho menos operadas. Le concedí la razón, mientras veía un busto ([Arion &] Venezuela) que no correspondía a la delgadez de su cuerpo y una nariz (venezolana) tan respingada, que los niños podrían resbalarse en ella mientras comen una galleta (de chocolate [yum yum]).
Cuando llegué, la modelo se me quedó mirando un rato y después me ignoró. Supongo que trataba de adivinar que pitos pintaba yo en la filmación y eso me pregunto cuando voy a una. Yo y Bob (Neporteria curvispina, probablemente), somos de Casting, mucho gusto. La escena era en el mirador, un chavo y ella, a punto de besarse. No entiendo, aún, que tiene que ver eso con el producto, y supongo (gallo) que nunca me enteraré. Si alguno de ustedes ve el comercial (porque yo no tengo tele, y de por si, si la tengo no la veo) me platica.
(La literatura contemporánea, no la latinoamericana, sino la inglesa [Gringos, Britos, Candados, Irlequines, Escobeces, Etcetereanos], está tomando un camino muy extraño. O bueno, no extraño, tan sólo diferente al que acostumbramos a leer con, no sé, Márquez, Cortázar, José Agustín o… incluso creo que el Diablo Guardián y otros. He estado leyendo mucha poesía, de otros continentes, otros países y he empezado a creer que la verdadera literatura reside en ella [en la poesía en general, no sólo en una época en especial]. Bueno… no la verdadera literatura, sino aquello que yo busco: la memorabilidad. Es más memorable un poema, que una prosa. Es el formato perfecto: Un escrito breve que puede modificar la percepción del mundo. Un poema bien escrito, al ser leído, nos pertenece y después de leído, puede aparecer en cualquier momento mientras caminamos, hacemos el súper o pensamos tomar una decisión. ¿Se imaginan? ¡Un poema, en ocasiones, nos dice qué hacer! Aunque… debo ser honesto, Michael Ende me marcó con sus novelas. Logró modificar mi percepción del mundo. ¿Gustos distintos? No lo sé. La poesía es breve, es como una cortometraje. Una novela es más laboriosa, requiere personajes y situaciones. Sobre todo personajes.)
Ni un gramo de sutileza. La búsqueda del escritor, en general, es una búsqueda de verdad. Su resultado debería modificar la percepción del mundo, no es algo que podemos dejarle solamente a los poetas, ¿verdad Bob? Más allá de la denuncia social o el mero entretenimiento. Eso pensaba, mientras le decía a Josefa que somos treinta y tres millones de mexicanos (en realidad doce, en ese pedacito), allá donde estaban las luces, atrás de la modelo y el mustang del sesenta y nueve, verde, convertible… donde un tipo se subía y pretendía que iba a besarla, mientras una grúa filmaba la acción de abajo para arriba y se escuchaba a un director uruguayo gritar—: Action! Y un argentino, un bebé argentino de doce años, trataba de expresarse, trataba de decirle a cuatro mexicanos que él regresaría a México, cuando en México hicieran espacio para unos pocos argentinos. El destino del argentino que se autoexilia a este país es duro. No saben que nuestro juego mexicano es el de la ofensa, es nuestra camaradería, nuestro pan de cada día. Bob… si te llaman “El espinas” o “El púas” o “El caripene”, es tu contrato con la sociedad mexicana, es tu nueva acta de identidad… nadie te llamará Bob… che púas.