Siempre estoy preocupado por el mundo. Uno de mis grandes errores, es pensar que mañana no habrá petróleo y que eso provocará una guerra mundial. Antes me gustaba el futuro, cuando era niño. Hoy, los golpes que he recibido me han enseñado en no confiar en nada que no sea el mañana, el futuro es un presente inmediato. ¿Vivir el momento? Simón, ya me sé esa mierda de pe a pa, porque es la única mierda segura, la única en la que podemos confiar, la única que no sale con trastadas alternas de última hora después de un plan anual o de una devaluación.

Pienso en el futuro y el petróleo se esta acabando, el clima esta empeorando, el humano se está deshumanizando ¡Prográmate y ya! Pienso en que mis hijos no se divertirán tanto, pienso que por más que luche contra una carencia, habrá otro volcón económico que la intensifique. Pienso que no habrá un futuro a la Star Wars, a la Star Trek, a la Matrix, pienso que ni siquiera llegaremos a ello, ni a la Edad del Acuario, ni al Mundo Río, ni Valhalla, ni Apocalipsis y tan sólo seremos una civilización perdida. No habrá pandas que enseñarle a los nietos, ni habrá monos araña, ni tortugas suficientes. Habrá mucha gente caminando en el pavimento, todo existirá en los monitores, incluso los medios masivos en internet se volverán visuales, sólo una abstracción, un caos provocará la reflexión y nadie necesitará leer. No habrá necesidad de alguien como yo que no dependa únicamente de una vieja escuela. Llevaremos en la frente el nombre de una marca, ya no sólo en las vestimentas y estaremos contentos con ello, será el nuevo método de supervivencia. La resistencia será igual de ignorante que siempre, tan doble-moralizada, tan falsa. La resistencia también será una marca. Bienvenido a la cibercapital, Don Delillo.

Y por ahí, ese futuro al que no le dedico el pensamiento, en mi lucha continua por vivir un momento Coca Cola, no dejo de pensar en ello. En cada letra que acomodo pienso que tengo que pelear contra eso. Hasta que ese futuro no pueda ser, hasta que pertenezca a otro universo paralelo donde un yo más relajado no se preocupe o hasta que ese futuro ya nos alcance, no puedo dejarlo ser, aunque sea yo solo, aunque sea una lucha mental de algo que todavía no es, de meras suposiciones de gallo del ’81. Aunque sea un delirio paranoico, aunque nadie me entienda porque tienen tiempo de mirar un parque o de disfrutar el sol primaveral, yo tengo esa responsabilidad. Aunque me digan “si tiene solución, pues bien y si no, ¿por qué te preocupas?”, aunque a los viejos ya no les importe, a los ricos les valga un pito, a los que ya tienen la vida hecha en su presente inmediato no les importe el futuro, mi responsabilidad es pelear contra eso.

Cerrar las puertas de un infierno que aún no existe.