Casting de promocional contra la violencia intrafamiliar. Yum yum. De mis preferidos. Es de esos castings donde los hombres gritan y las mujeres lloran. Hasta a Bob se le estremecen las espinas, pero, como ya es su costumbre, se ha quedado callado, sin opinar nada al respecto. A mi me ponen de nervios esos castings, me recuerdan mis clases de actuación y esos episodios de sensibilización. Nunca fui buen actor, porque no soy una persona muy abierta o muy expresiva. Puedo improvisar, pero de manera mediocre e igual y puedo sorprender, pero tengo que tener … um … chispa en ese instante. Recuerdo que Alicia (la profesora) nos decía–: Un actor no puede esperar a la inspiración, así como la esperan los escritores o los pintores, incluso los músicos, no… un actor tiene que estar inspirado para su función a las siete de la mañana después del último ensayo que se dio a las cuatro (de la mañana).

Puede que sea así.

Entonces, Bob [mi cacto] abrió la boca y dejó salir otro hueso blanco. Me le quedé mirando durante largo rato y él sonrió, de lado, alzó un par de espinas, como emulando a un pícaro que acaban de cachar en la travesura.

–Llevó demasiado tiempo…

–¿Qué carajos te comiste cabrón? ¡Dijiste que no lo volverías a hacer! –Honestamente, creí que no hablaba por el calor.

–Digamos que… –dijo Bob y sacó una botella de Brandy, se sirvió una copa, se la bebió tranquilo, como todo un Lord Inglés–. Digamos que no sólo a Michael Jackson le gustan los niños.