No tengo una categoría para definir que un post es sexoso, o sensual, o erótico, por la sencilla razón que considero al sexo una parte integral de mi vida, así como considero a la red, a la cafeína y la nicotina, las notas que escribo en papel, y a mis rollos neuróticos, que a veces trato de categorizar a niveles muy personales. No me considero un adicto al sexo (negación, pensará algún chistorete), porque de ser así estaría cogiéndome a un par de muñecos de peluche que tengo como recuerdos o como regalos (yuky, yuky, esta pegajoso, yuuuuuuky). También, aprovecharía la condición de distancia (140 y tantos kilómetros nomás) entre Sol María y yo para tener sexo tres veces a la semana (amor de lejos, felices los cuatro), como si fuese todo un libertino, un sátiro.

Para mí, el sexo esta presente y es constante, en nuestra vida, como seres humanos. Así como Paganini nació con sus muñecas flexibles, ni pedo, nacimos con pene y vagina. Mejor ocuparnos en ser virtuosos utilizando nuestros instrumentos.

Me gusta coquetear con la doble moral de las personas, con aquellas que lo esconden, sea como pecado, como educación social o como educación moral. Uno creería que en una ciudad tan grande como en la Ciudad de México, eso esta cada vez más destapado y constantemente descubro que no es así. No se diga en otros estados. La diferencia entre el D.F. y los otros estados, radica en que somos tantos, que raras veces nos preocupamos por la condición sexual de nuestros semejantes. Sin embargo, si nos enteramos del desliz o de las preferencias patológicas de algún vecino, entonces observaremos atentos. Me encanta el juego, el coqueteo, la expresión individual del género, me gusta la sensualidad en una mujer cuando arquea su espalda y me gusta el misterio sexual que se expresa, cuando hablan de una pareja, de una persona, en susurros, de lo que dice que hace, de lo que no dicen. Lo disfruto enormemente y lo expreso, en voz alta, sin temor alguno. Pareciera que no están conscientes que todos estamos participando, que todos estamos viendo ese desnudo.

Me molesta cuando el sexo es convertido en una persona anónima, cuando le despojan de valor, del coraje que se necesita para desnudarse frente a otro o frente a sí mismo. Me molesta cuando se le mira con morbo (en cambio, me gusta mucho cuando provoca la picardía). Me molesta cuando no se le tiene respeto. Es por eso que hemos inventado la pornografía y por eso es una de las industrias multimillonarias del mundo. Es por eso que somos cobardes y con una máscara, atrevemos a desnudarnos, abriendo un blog platicando e idealizando, a niveles ridículos, un sexo que es completamente natural, un sexo que ya forma parte de nosotros. Y lamentablemente, a veces no existe otra manera, o por cobardía, o por el temor a la represalia social, o por el temor a los sátiros y ninfómanas que navegan, sin vergüenza alguna, enmascarados igual que el objeto de su obsesión, en esta red.

Que nos queda más que ser creativos u honestos.

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Si nosotros no aprovechamos nuestro sexo, habrá quien lo haga por nosotros.

Escribir sexo sin una máscara, es un arma eficaz para quebrar, provocar una reacción, encantar a las personas que no lo confiesan abiertamente.

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Luz Alicia dijo en una reunión, cuando todos se quedaban en silencio, que platicaran algo aunque no fuera cierto, que tuvieran la iniciativa de hacer sus vidas algo interesante. Para ella era fácil, puesto era actriz y directora de teatro, para esa profesión uno tiene que ser extrovertido, uno tiene que ser creativo en la plática. Gaje del oficio.