Me dio la gana poner ese título, debo tener el cerebro demasiado seco el día de hoy para buscarme el sonido de alguna palabra inventada. Además, estos dos meses parece que sólo puedo pensar entre paréntesis. Anoto en mi mentecita muchas cosas que escribir, incluso en el moleskin o en alguna servilleta y la cargo conmigo durante el día, para obligarme a escribir de ello. Me he visto tentado en utilizar los cuadernos forrados, bellísimos, que me regaló K desde Canadá (me siento raro, escribiendo nombres de una sola letra, me siento como alguien que tiene un blog, pero a huevo desea ser discreto. Me gusta tu nombre completo, hermanota, por si todavía me lees), aunque sean para sólo anotar una línea, pero me he contenido, porque sé que utilizaría esos cuadernos para una sola línea y sería un horrible desperdicio.

Es una costumbre mía anotar paréntesis en algunos posts (no es cierto, no tantos), así que pensé sería un buen título. También, se me ocurrió que sería el título para un epílogo, o tal vez para una introducción. Si uno desea ser novedoso, ese podría ser el título para el capítulo del clímax de alguna novela que pretende innovar –igual que innovamos todos, jovencitos pretenciosos– la literatura. Entre paréntesis. Sé que algún guerrero, cuya vida ha sido difícil, cuya vida ha sido pesada, pensará que le gustaría platicar de lo ocurrido entre el paréntesis, aquellas cicatrices que no se le ven en el rostro o en el pecho, o en los ojos, las que ya se curaron con unas cervezas. Un guerrero sonreiría al pensar entre paréntesis. Las putas anotan los nombres de sus amores verdaderos entre paréntesis y las monjas, las perversiones que ya no pueden cometer. Una mujer anota entre paréntesis secretos coquetos. Un ascético, entre paréntesis, escondería el secreto de su perfección espiritual y una santera escondería sus recetas. Un hombre común, entre paréntesis, la elongación de su erección. Un virtuoso escribiría entre paréntesis los detalles que seducen a los normales y una persona normal, entre paréntesis, escribiría todo aquello que no desearía haber escrito.

Un escritor, o escritora, perdón, nunca escribiría entre paréntesis, porque eso lo hacen los matemáticos, de a letra por número y multiplicándose al infinito. Un escritor (o escritora, disculpe usted) no escribe entre paréntesis, porque no es de escritores dar la información adicional de una manera tan informal y tan poco seria, tan primita, tan brutalmente pendeja. Un(a) escritor(a) no escribe entre paréntesis.

Entre paréntesis.

arbolsep-pix

Hoy fue la última cita con la estudiante de psicología, me dijo sonriente–: Hoy es tu última prueba y por fin, serás libre. Tres pruebas antes, me aplicó la de los animales… una prueba que consiste mencionar diez animales y mencionar que representa cada uno para ti, que características humanas consideras al animal y así. Esa prueba fue horrible, por larga y por todas las cosas que debías de responder acerca de los animales. La penúltima prueba, también estuvo enorme: consistió en mirar once láminas con pinturas / fotografías y escribir una historia, usando los personajes o la situación que aparezca en el cuadro. La última prueba, fueron alrededor de cuarenta frases a completar, donde debía responder lo más rápido posible sin pensar durante mucho tiempo. Por ejemplo:

Cuando me dijo–: ¿Todas las mujeres…

Respondí–: …Me desean!

Que quieren, debía responder lo más rápido posible, sin pensar… supuestamente eso le da validez al ejercicio porque estas permitiendo que responda el subconsciente. Varias de esas preguntas hacían alusión a mi familia, a mi madre, a mi padre. De mi padre, lo único que pude definir de él es su ausencia, pero lo demás fue divertido. Al finalizar la prueba, me hizo preguntas acerca de varias que respondí y con ello elaboraba en las palabras que había elegido para completar cada frase. Cuando hubo terminado el ejercicio…

–Por fin, eres hombre libre, te hablaré una o dos veces más. Una de ellas, por si se me olvidó alguna pregunta en las entrevistas y la otra, para preguntarte si quieres tus resultados. ¿Cómo te sentiste en esta prueba?

–Bien. Me sentí bien.

–¿Si? Muchos no piden resultados de estas pruebas, porque no les gusta lo que respondieron. Incluso, piden que no se les de los resultados porque temen darse cuenta de todo lo que hay adentro.

–Me imagino. Yo me siento bien, porque me di cuenta que aún sigo pensando lo mismo que hace dos o tres, o seis años. Que de alguna manera me he conservado íntegro. Lo curioso es que un trabajo, una novia, dos escuelas, no han cambiado mucho mi manera de pensar, al menos lo básico, según esas frases. Claro… hoy me siento bien, pero mañana, puede que me de cuenta que no es tan bueno como pensaba.

–¿Por qué?

–Porque si sigo respondiendo lo mismo, después de seis años o diez, de eventos que supuestamente han cambiado mi percepción y sigo pensando básicamente lo mismo… quiere decir que no estoy creciendo, que ya crecí todo lo que debí de crecer. Y tanto las respuestas pueden ser buenas, porque ya sé que esperar de mí, las limitaciones que tengo, a dónde voy, como malas, porque ya sé quien soy, porque ya no estoy creciendo, porque ya no hay nada inesperado. Así que hoy me siento bien con mi respuestas, hoy me da gusto seguir siendo el mismo. Pero mañana, mañana se me podría ocurrir que mi vida es un desperdicio y así.

–Pues es quien eres, nadie puede escapar de sí mismo, no te puedes decir: “Ya no te quiero ver”.

–Y lo sé. Si de por sí es difícil mantener una relación de pareja por las diferencias, imagínate contigo mismo. Imagínate esos días malos donde sólo te reafirmas y te reafirmas y te das cuenta que has cubierto lo máximo de las expectativas, tus propias expectativas. Es cierto, es malo, porque no te puedes mandar de paseo… pero todo es, de como te levantes. No le tengo miedo a mis resultados, después de todo, me encantaría recibirlos para ver que hay ahí.

Curiosidad y morbo.