Fue un día medio pesado, de muchos viajes, de levantadas temprano, de moverse por tres extremos de la ciudad… no tengo muchas ganas de escribir pero lo haré de cualquier manera, para imponerme un poco de disciplina y porque esto de escribir algunas veces debe ser como la actuación–: Un actor no se puede inspirar de repente para sacar un papel, al contrario, debe estar con toda la vitalidad posible después de haber hecho el mismo papel veinticinco veces o de hacer la misma obra durante dos o tres días seguidos, de a dos funciones el día. Y es que el blog me permite eso: Imponerme una disciplina y ello, por supuesto, es independiente de la calidad de los textos. No porque haya dicho, de un día a otro, que estoy dispuesto a escribir cuentitos, participar en concursos, buscar becas y trabajar mis textos, quiere decir que mi blog será el vivo reflejo de trabajos que llevan meses, a veces años de proceso. Es aquí donde descubro que Luz Alicia, mi profesora de teatro, estaba equivocada: Los actores no pueden inspirarse como los escritores. Eso es una falacia. Tanto los actores, como los escritores, siguen un impulso de imprimir y hacer arte, tienen un chispazo que les llama la atención de una obra, una idea o un personaje, y después trabajan con ello: en la cabeza, en los ensayos, en sus bocetos, en las palabras que borran para buscar una mejor, en los ademanes que imprimen a un personaje para hacerlo biológicamente posible / real. El arte requiere trabajo, pensamiento y actividad, ese trabajo madura las ideas, la maduración pide tiempo, y el tiempo pide compromiso y disciplina. Para escribir algo mejor, en un futuro, tengo que seguir usando este blog.
Los que se dedican a escribir de inmediato, los que bocetan sus ideas de cuentos, de relatos, de ensayos o de poemas en el blog, pueden sentir un poco injustos los comentarios (o la ausencia de estos) y no lo niego, porque es maravilloso de repente encontrar una idea, algo que nos interesaría escribir o desarrollar, y esta herramienta nos permite comunicarla inmediatamente. Creemos que esa idea explotará en otros tanto como explotó en uno mismo. Tan sólo es después de un rato que he comprendido, que no solamente se debe hacer el boceto… si esta vale la pena debe trabajarse en ella hasta uno quedar meramente satisfecho e incluso harto de ella. Agotarla, exprimirla por completo, tomar el brillo que nos dio la idea y explotarlo lo más posible, hasta asegurarnos que ilumine no solamente nuestras cabezas, sino la de otros a nuestro alrededor.
Algo así.
Por eso no tengo miedo a la muerte. Y aún si tuviese hijos, la muerte me chocaría por un sentido estúpido de responsabilidad, no por miedo.
Mi concepción del tiempo se transformó en un resorte, cuando perdí a mi abuela y ella me dijo antes de morir que debía terminar una carrera. Cuando la vi muerta a los pocos días, algo cambió en mi percepción del tiempo. También mi trabajo tuvo algo que ver: La gente que esta relacionada a la publicidad sabe a que hora entra, no a que hora sale. Eso pasa en muchos trabajos, si, pero en publicidad todo se mide por proyectos que se solucionan en dos semanas, hubo temporadas donde durante seis o siete meses, teníamos de a siete o diez proyectos al mes. Multipliquen por diez el: Faltan horas, todo urge, los productores deberían llamar a los bomberos porque siempre “están en llamas”, raro era el proyecto donde no faltaran personajes, rara vez no hay cambios de última hora en el presupuesto. Ese detalle de mi vida cotidiana (el trabajo) y la muerte de mi abuela, hicieron que mi tiempo se distorsionara y se convirtiera en una liga, que durante cinco años se estiraba para después contraerse. Un trabajo pesado que me trajo un par de canas y luego perdí a una persona tan cercana a mí, que era inevitable que mi vida se convirtiera en un vaivén, donde lo rutinario eran las altas y bajas. Ahora que lo pienso, no sé que tanto hay de verdad en esos años, en ese … agujero de gusano, ahora que mi tiempo ha cambiado, puedo ver esos cinco años desde otra perspectiva y puedo darme que una de mis dimensiones: El tiempo, estaba francamente torcido.
Hoy que caminaba a mi clase de lingüística, descubrí el tiempo, mi nuevo tiempo, uno que es encabronadamente flexible, uno donde parece que sólo existe el presente, y si existe el mañana, pero lo de mañana no se tiene que entregar en unas cuantas horas, no estoy pensando que pronto habrá cambios de última hora, y el pasado no esta tan horriblemente marcado como en aquel entonces, no… el pasado se esta separando por años cuya exactitud se olvidará mientras más siga avanzando.
Algo así.