Mientras me preparaba el café pensaba que pronto se llenaría de seres humanos este mundo y que entraríamos en guerra, o tal vez Dios, en su infinita misericordia, abriría un nuevo brote de plaga que se desharía de unos cuantos millones de nosotros. Si bien Gaia, entendiendo la travesura de Dios, entonces organizaría cronológicamente algunos desastres naturales que reducirían en mucho el porcentaje de la población mundial. Mientras tanto, le ponía leche de café y un poco de azúcar. Me gusta espeso. Pensaba que en otra vida yo no era apto para el juego social, ni para seguir jugando el sistema. Pensé también que funcionaría mejor en un sistema anárquico, o en uno de supervivencia. Algún animal se ha de esconder en mis adentros, uno que ha mostrado la cara pocas veces.

En caso de una catástrofe, siempre he pensado que lo primero que conseguiría son cigarrillos y cerillos, y después de mi vicio, buscaría alguna manera de caminar a otro estado, sólo para asegurarme que ella esta bien. No sé manejar, ni andar en bicicleta, tendría que buscarme un grupo que supiera. Me vino a la mente entonces que en la parte de la ciudad donde vivo estoy seguro que una de las primeras consecuencias sería un vandalismo fatal para los más débiles. Tal vez yo sea uno de los débiles. Aunque tengo algunas características de líder de grupos (que soy de esos que toman el mando cuando no hay de otra), estoy demasiado domado… no sé manejar un arma, nunca he participado en un conflicto armado (ni siquiera lo he imaginado), no tengo la idea básica de como funcionan las cosas: tal vez por intuición podría hacer fuego… ¿pero conseguir comida de las hierbas? ¿En esta ciudad de concreto? Vandalismo y después canibalismo.

Mi supuesta mejor arma física es mi estatura y la mental, tal vez la rapidez de decisión. Aunque la estatura en un país donde la media esta en 1.65-1.70 creo que estaría en problemas, resaltaría demasiado, en vez de una ventaja se convertiría en un problema–: Matemos al animal más grande, matemos al animal que va solo. Y lamentablemente, olvidé mi taijutsu… moriría por güero, alto, medio gordo y bruto… todas esas pequeñeces por las que mi madre estaba orgulloso de haberme parido. ¿Y salirme con la mía por medio del discurso? Tal vez, tendría que ser uno muy poderoso, uno ingenioso y dinámico. Pero… nah, la neta, ¿en una situación así funcionaría? ¿De veras me creo tan listo para salvarme del fin del mundo a través de un discurso?

Me iría rápido: a la primera señal de una caída mundial, en el momento que todos piensen, mientras miran el televisor en sus casas, “es inminente… ahora si nos estamos yendo a la mierda”. Estoy preparado para recibir con mis antenitas ese momento para preparar un mochilón con cosas y largarme a otro lugar. Antes de que se joda el internet, al menos podrán decir que lo leyeron aquí primero.