Queridos integrantes del “Club de Ofelia”, es por mi propio bien y por el de la causa, que he decidido no publicar mi nombre, ni mi fotografía, en el perfil de integrantes. Sin embargo, vengo con la intención de proponerles un nuevo ejercicio para que la vitalidad del grupo no muera y siga creciendo. Algunos de ustedes ya lo habrán comprendido al leer mi nickname: “Manotas Furtivas”. Ese sobrenombre se ha vuelto famoso y ha aparecido en algunos periódicos. Yo soy el responsable. Si no lo entienden, me permito explicarles si me dan algo de su tiempo.
Esta es la primera fotografía que tomé para ustedes. El sujeto es una amiga que caminaba en la escuela de noche, tuve que ponerme un pasamontañas, pellizcarle el seno, sacar la fotografía con la otra mano y salir corriendo como alma que se la lleva el diablo antes de que ella le diera una patada a mis descendientes. Fue algo muy difícil. Ya pusieron anuncios en la escuela, advirtiendo mi presencia y ofreciendo recompensa por información mía. He platicado con mi amiga del incidente, sin que ella supiera que soy yo el culpable y he sentido una extraña sensación de dominio recorrer cada fibra de mi ser mientras ella hablaba de lo encabronada que se encontraba… el poder del anónimato. Con los anuncios y el aumento de la vigilancia, normalmente una persona se sentiría nerviosa y con ganas de no hacerlo nunca más, pero la adrenalina me pide más. Entre los chavos, han empezado a llamarme “Manotas Furtivas” y el nombre aparece hasta en los periódicos.
Llevo veintidós mujeres a la fecha. Tengo veintidós fotos para ustedes.
Sé que es una fotografía normalona, que a duras penas muestra mis sentimientos y los suyos, lo sé, pero he continuado practicando y pronto verán las otras fotografías, dónde aplica el dicho riguroso de “La práctica hace al maestro”. Algunas veces, en vez de pellizcarles el pezón, les alzo la blusa y les tomo fotos a su brasier (o su falta de este). O les aprieto una teta… y vaya que se las aprieto: carnosas y jugosas. Es una experiencia deliciosa. Me siento orgulloso de mi perspicacia, mi audacidad, mi pequeña perversión… pero no sé cuanto tiempo más pueda durar. Sé que un día de estos, alguien me puede atrapar, es por eso que hago una atenta invitación al Club de Ofelia y que extendamos el tiempo de vida de “Manotas Furtivas”. Antes de que me atrapen, antes de que crean que esto ha terminado… estoy ofreciéndoles la oportunidad de vivir algo más grande que nosotros mismos.
Saludos, y espero que acepten mi propuesta,
Manotas Furtivas.
Foto: Ake.
Este cuento forma parte de los fotocuentos que escribí en este blog.