La estrategia es lograr que abras los muslos. Eso pensé cuando llegué, pero de todas maneras (aunque un poco mejor que el fin de semana pasado) existe un regulador y todas ganas honestas se han encaramado. Ya no tengo ganas de hacer el amor, pero si tú lo quieres hacer, me parece bien… todavía es agradable para el cuerpo. Mientras tanto, puedo escuchar como se termina el domingo y pensar que no pasa nada. El descanso siempre me ha parecido una especie de tortura lenta, que se come el cerebro como un gusanito escondido.
En mi casa siempre tocan la puerta, antes de pasar, aún cuando es un domingo y no estás haciendo nada. Luego, te preguntan si no hay problema (si no estás ocupado) y van directo al grano. La mera cortesía de este acto, obliga que desplaces todo lo demás. Si es para molestarte porque están aburridos, te lo avisan de antemano para que te prepares y siga un momento incómodo, donde cualquier ocupación y sentimiento, deberá esperar hasta que haya terminado el rito. Cuando invaden sin aviso, sabes que es urgente y te alertas. Es una dinámica estúpida, una costumbre difícil de quitar, pero respetuosa y educada. Es preferible a que entren a tu habitación sin aviso y sin algo preparado. Finalmente, para invadir, acostumbro pedir permiso.
Tal vez por ello, me parece, lograr que abras los muslos y sin sorpresas, es una especie de tortura, porque de antemano acostumbro a pedir permiso. Si no fuera por este pensamiento, cuya conclusión probablemente nunca exista, mi domingo sería aburrido y sin valor alguno. Tú no estas consciente de mis costumbres, no las has vivido y puede ser que nunca las entiendas, así como no entiendo las tuyas. Procesar una estrategia es lo más entretenido que puede existir para un hombre como yo, porque me hace pensar en muchas posibilidades, todas ficticias, para lograr algo que nunca pasará.
Lo cual es lamentable. A veces, pensar como se puede hacer el amor, en vez de hacerlo, puede ser más divertido y productivo. Algún día olvidaré pedir permiso y tú pensarás cómo hacer para que estemos solos, en estas tardes de domingo.