Leí: “En este video, puedes apreciar como se come la sopa de champiñones”. Entonces me imaginé que la mujercita en cuestión, se acercaba a la mesa, tomaba una cuchara, la hundía en un plato hondo y se llevaba un poco de sopa de champiñones a los labios. Para evitar quemarse su bella lengua, su paladar, sus anginas, su garganta, entonces hacía lo que toda una dama y caballero podían hacer: soplaba y soplaba, despacito, para que la sopa se secara en la cuchara. Así haría dos o tres cucharadas, antes de acostumbrarse a lo caliente, a la consistencia. La mujercita bajaba su cuchara para seguir comiendo sopa. Una sopa blanca y espesa, con trocitos de hongo desperdigados a lo largo de todo el plato. Se acicaló un poco el cabello antes de la siguiente cucharada, acercó su cara al plato, y continuó comiendo. Sus ojos se miraban satisfechos. Su boca una sonrisa muy discreta. Un vestido de tirantes para el calor de verano, y la sombrilla a un lado de la silla por si las lluvias. El camarógrafo indiscreto, se movía 180 grados alrededor de ella, para tomar todos los momentos en que ella tragara más sopa. Un vestido verde con hojitas estampadas en patrones no estaría nada mal. Su cabello largo y rizado. Nada mal.
Mi sorpresa fue que el video se trataba de otra cosa.