Me tocó forito. Tomé video a niños y… oh sí, bebes. Bebitos acolchonaditos y amigajonaditos. Chillones, autistas y sonrisas sin parar. Los bebés, hasta eso, me ponen de buenos modos. Me recuerdan cierto instinto paternal que tengo desde los veintitrés años. No por eso quiero tener un niño ya, bueno, quien sabe. Prefiero pensarme paciente con ese detallito del niño o niña que está por venir. En el foro procuré divertirme, haciéndoles caras a los niños, saludándolos, señalando la luz y señalarles con la mirada otras partes del foro. Algunos me hacían caso y otros no. Una beba estuvo platicándome, con el chupón en la boca y su lenguaje extraño. Como soy un adulto estúpido le respondí en su idioma en vez de hablarle seriamente. Como pasaban de una o dos mamás en el foro, a veces se entrometían la una con la otra. Algunas ayudaban, otras estorbaban. El corazón de un bebé me parece una ciudad desierta, un lugar inalcanzable e incomunicado. Los ojos de los bebés esconden los secretos que perdemos a medida que crecemos.
El oasis de todas las respuestas.
¿Cuál secreto guardará, por ejemplo, aquella mujer de una borrachera de la cual vagamente puedo acordarme, este viernes? Ay bueno, la preguntota es sólo para hacer más interesante el contexto. Tal vez no guardaba ningún secreto y sencillamente era la vanidad. Si pienso que guarda algún secreto, es porque cuando empecé a tomar el video de Pedrito, el borracho cantarín del Centenario, ella hacía todo en su poder para aparecer en él. Hacía como que se estiraba, hacía como que platicaba con el festejado, hacía caras con los desafinados borrachos e incluso, guiñó el ojo un par de veces a no se quién. Presentarse natural frente a una cámara no es tan sencillo como parece. Uno tiende a proyectar las partes que anhela enfatizar de su personalidad. Soy guapo, soy contracultural, hago muchos gestos, soy un hombre solitario, una mujer inteligente, un niño muy travieso, un bebé honesto.
No pensé que la ropa interior hiciera maravillas en una mujer. No sabía que pudiera hacerle tan feliz. Y no sabía que podría hacerme tan feliz a mí. No hablemos de algo sensual o sexy, hablemos de algo tan sencillo como ropa para dormir. Camisetita y braga brasileña, porque hasta eso, puse mucha atención para estudiar los nombres de cada pieza. Me presenté a la tienda con una amiga y mi mente se dividió en tres: algo sencillo, algo bonito y algo sexy. Juega con las posibilidades. No te limites. Tan no me limité que mi cuenta de ahorro se ríe un poquito de mi. Todavía no se carcajea, pero se ríe. Sin embargo, el ver su cara de felicidad, sus ojos pispiretos y alegres, una sonrisa enorme que no había visto hacía tiempo, me hicieron pensar que bien valía la pena.
Si todo va bien, en el 2015 repetiré la hazaña.
No es ningún secreto cuando alguien esta feliz. Los ojos miran igual a los de un bebé satisfecho.