Este es el regalo que le ibas a dar a tu amante. No fuiste muy cuidadoso esta vez. Lo saqué del saco, después que llegaste ahogado de borracho, me senté en el sillón de la salita y leí la carta que venía con el empaque. ¿Dos años ya? Pero si nos casamos hace tres. Yo creí que era más reciente. Fue el tiempo que llevas con ella quien te hizo descuidado y flojo. Me contentaba asumir que era algo pasajero pero ahora descubro que no tardaste mucho en faltarme el respeto. Quería esperar a los cinco años de casados para darte una sorpresa y decirte, estúpida por la alegría, que mi madre no tenía razón. De tu traición es lo que más me enoja: Darle la razón a mi madre. ¿Te acuerdas como nos burlábamos de sus sospechas? ¿O es que era la única que se burlaba?

No te di lo mejor de mi. Haciendo un buen trabajo interno, conozco todas mis fallas y mis defectos. No he querido darte un hijo por temor a ponerme gorda. No compramos comida chatarra porque deseábamos vivir muchos años juntos. Sí. Tal vez me excedí un par de veces con la limpieza y restringir el uso de la televisión a dos, o tres horas diarias. Insistí con una sirvienta para cuidarme el cuerpo, no amargarme con la limpieza, la cocina, etcétera y así me tuvieras accesible la mayor parte del tiempo. Sé que no te caen bien mis amigas, pero por eso las veía el viernes, que siempre salías con tus amigos. Para darte tu espacio, supuse, y yo también tener una vida propia… nuestro espacio y nuestros secretos. Ahora me sales con que le compraste el regalito a otra vieja, cuando a mí no me has comprado ni unas medias para abusar de ellas en la intimidad desde hace un años. Muy bien.

Mira, que a pesar de parecer una inútil para ti y que mis labores sociales te sean como un granito en el zapato, quiero que sepas que sé lo básico de un ama de casa. Para eso me entrené y tal vez es tarde para que lo sepas, pero estoy perfectamente preparada para cualquier situación. No soy estúpida, estudié muy bien mis tijeritas y papelitos uno, dos y tres. Me voy a llevar en el colguije y en la caja te dejo dos anillos: el de matrimonio y el de compromiso. No me da curiosidad saber que cara vas a poner tú y que cara va a poner la vieja, no señor, te lo repito y te lo dije casi el mismo día que nos conocimos–. Lo que me purga, de verdad, es darle la razón a mi mamá.

Foto de MoNo.

Este cuento forma parte de los fotocuentos que escribí en este blog.

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