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Tengo los hombros pesados desde hace un tiempo. Pesados. Duros. Pesados. Duros. Me pregunto si he dormido mal muchos días, o si habré perdido unos centímetros de tendón en alguna pesadilla. He intentado relajarlos a lo largo del día, moviéndolos en círculos, como aprendí hace muchos años en media hora de yoga televisiva.
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En algún punto, el yoga televisivo caduca y todavía pesa, endurece, pesa, endurece. Si hablara de mis huevos, sería tremendo huevón. De hombros, entonces soy un hombrón. Temo que si duermo… perderé más ligamentos. Me imagino los músculos dibujados como en las monografías, delgadas tiras rojas que se enciman una sobre otra, y una se rompe como la cuerda de un violín. Al romperse, se enrolla como la cola de un cochino, pero no deja de enrollarse, hasta desaparecer, en un pequeño brillo. Plik. Entonces se rompe otra, y otra más. Los hombros se achican, se angostan, la espalda se contrae, repentinamente… hay menos ligamentos que ayer…
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Escucho gemidos a todo volumen en una habitación cercana. Por supuesto que muero de la curiosidad. Escuchar los gemidos, es como el constante dolor en los hombros. Está presente, está afectando tu entorno, pero no lo ves. Simplemente escuchas, sientes la pesadez, algo está pasando… pero no lo ves, y definitivamente, no participas.
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Al parecer, es una serie de televisión, y una de esas coquetonas e inteligentes. Una mujer -asumo prostituta-, pregunta en un marcadísimo acento británico-. ¿Alguien quiere tener sexo? Nada de meterme cosas a las orejas, o que me ate, o me diga de palabrotas, o que me hable de la muerte, o que me ponga unas pelucas, o unas pinzas en los pezones… no, ¿alguien que simplemente quiera coger? -Parpadeé un par de veces, hice cara de puchero y pensé: “Qué aburrido”.
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También, qué triste no poder simplemente coger y tener alguna filia que necesite su saciedad. Filias, filias, filias… pequeños antojos de grandes saciedades.
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Como es lunes, lo mejor es empezar esta semana pensando que podremos satisfacer todas estas filias durante la semana y podremos descansarlas el domingo. Así que preparen sus mejores látigos, sus mejores lubricantes, sus mejores zapatos o medias, sus mejores máscaras o pañuelos de seda, sus mejores lociones, pececitos o ratas. Apenas estamos iniciando la semana, y que los hombros pesen, sería un desperdicio de todas las oportunidades que podrían presentarse.
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