Llegué en 40 minutos de mi casa, a la FES Acatlán, muy cerca de donde filmamos. No estuvo tan mal el trayecto. Yo pensé que estaría peor. Después, a sacar el teléfono y hacer lo que uno hace mejor: chingar. ¿Ya llegaste? ¿A cuánto tiempo estás? La cita era a tal hora y ¡todavía no estás aquí! Te comunico alguien que sabe como llegar. Las mismas quejas de siempre: ¿Por qué son tan pendejos? Modelos al fin y al cabo. No te preocupes, de verdad, ya debe estar por llegar. La verdad no me urge que esté aquí, empezamos un poco más tarde con ellos. Dile que se baje de su coche y se tome un taxi, la neta, para que llegue a tiempo. Mi modelo llegaba tarde, pero no lo sentía como el fin del mundo. Al principio, cuando empezaba a conocer las nociones de responsabilidad y jerarquías, en este negocio, pensaba que lo peor en este negocio era que un modelo llegara tarde. La verdad es que ese es un mero hecho circunstancial. Puede tener solución, sí, una muy incómoda y penosa porque te hace quedar mal sacar el plan emergente, ni pedo… y las mejores producciones, entienden que tu chamba es hablar con ellos, ver donde están, incluso traerlos si están perdidos, pero no puedes ponerles una pistola en la cabeza y obligarlos a que hagan lo que tú quieras.
¿O sí?
En mi primera filmación y mi primer proyecto, precisamente, pasó mi peor miedo. Que un modelo llegara tarde. Tal vez por eso estoy curado de espantos y he tenido menos problemas para seleccionar a la gente que mando en mis primeras ediciones. Un chavo, como de un 1.80, rubio, de ojos claros y rostro bastante amigable, alguna vez fue a casting porque su amigo lo llevó con él. Unos meses más tarde, después de hablar con él fechas y presupuestos, lo presenté de stock (es decir, lo saqué de mi cajón donde guardo a todos los cabrones guapos y se lo llevé a mi cliente) y se quedó. El presupuesto era una mierda, y el proyecto en sí, también. Para empezar, era un infomercial… mal pagado, y esos que queman a la gente, por eso nos dieron instrucciones que no fuera gente que trabajara en el medio. Aparte, nunca tienen presupuesto para esas mierdas… La filmación fue en la plaza de la empresa misma para ahorrar costos.
Es una de mis plazas preferidas. Está en el sur, el aire circula de una manera deliciosa y es bastante amplia. Si viviera cerca de ella, tal vez la visitaría más seguido.
El hombrecito estaba citado a las doce del día. En ese entonces, yo no tenía un celular. No lo quería. No quería un teléfono donde pudieran hablarme y preguntarme: Donde estás, cómo va, a qué horas llegas, etcétera. Así que pedí su celular prestado a producción. La productora que lo llevaba se llamaba Jessica (y no sé todavía si trabaje en el medio), tenía cara de malencarada y traer un cohete en el culo, siempre caminaba rápido para todas partes. En general, así les pasa a todos los productores por las chingas que les meten… En fin, tomé el celular, revisé mi listita completa de talento y llamé por teléfono. No respondió. Llamé dos veces más y no respondió. Hice una mueca, hablé a la oficina y pedí de favor que empezaran a marcarle a este chavo, y que yo me comunicaba en unos minutos para preguntar como iba.
–¿Cómo va tu modelo? –preguntó Jessica, frunciendo el ceño de una manera muy particular.
–Bien, bien, creo que pronto llega, ahorita me avisan –le regresé el celular.
Exacto: después de esa maniobra tan complicada… decidí comprarme una de esas chingaderitas móviles.
Luego de pedírselo prestado otra vez, marqué a mi oficina y me dijeron lo siguiente–. Todavía no podemos localizarlo, vamos a seguir insistiendo. Hice una mueca y pensé: “Qué cagado sería que me cagaran por que un modelo cagado no está cagando, digo, llegando a tiempo”.
En eso, se acercó la productora y me preguntó–. ¿Cómo va tu modelo?
–Te voy a ser honesto, no lo estamos localizando.
Jessica, con todo su cara de malencarada y su culo coheteril, me caía bien. O sea, la veía de lejos y pensaba–. Caray, esa chica me cae muy bien con ese extraño sentido del humor –Eso fue hasta que abrí mi bocota, frunció toda la cara y su ceja se convirtió en una sola–. ¿Cómo que todavía no lo localizas? –Tal vez, si en ese momento le hubiera platicado de tantas cosas bonitas que sé, como algo de Shakespeare, de James Joyce, de Faulkner, ella habría olvidado el tema del modelo… pero abrí la boca de nuevo–. Lo están localizando, tan pronto tenga noticias… –Ten mi celular, te lo quedas y márcale cada cinco minutos. Ya ese cabrón debería estar aquí. –Sí, Jessica –A las mujeres en producción, siempre he tenido problemas para decirles “Sí, señor”, y pienso que reemplazarlo por un “Sí, señora” estaría todavía peor.
Unas llamadas después, unas jetas de Jessica después, unas horas después (porque el retraso se hizo de varias horas)… pude comunicarme directamente con la novia del modelo (salud).
–Perdón, mi novio está trabajando. Se le olvidó que hoy filmaba. Está teniendo una junta, en Puebla…
–¿Qué?
El mundo se despedazó para aquel pequeño joven, iluso, lleno de esperanzas, que de verdad creía que su primer llamado sería perfecto, que no tendría ninguna marca en su historial, y que los productores jamás lo cagarían. Pestañeó un par de veces y calló, calló y calló, ensayando mentalmente varias veces lo que le diría a Jessica.
–¿Qué? –preguntó Jessica.
Lo peor que podía hacer, era encogerme de hombros con su pregunta. Quería hacerlo, de verdad.
–Jessica, de antemano te aviso que él confirmó la fecha de filmación y disponibilidad, te pido una enorme disculpa por …
–Cabrón, ya este wey me retrasó la filmación un par de horas. No tenemos backup. Tiene que ser él o él wey, a huevo. No tenemos otro. Vamos a empezar otra viñeta, y mientras, quiero que sigas tratando de localizar a este cabrón. Tenemos que solucionarlo de alguna forma.
Mi tiempo, ese día, empezó a dividirse en unidades / hora. Sólo contaba las horas que pasaban. Mi jefe llegó en algún momento. Platicó con Jessica mientras me dio su celular–. Habla de nuevo con la vieja de este wey, al parecer tiene un hermano… gemelo…
Claro, unos años después me pongo a pensar: “Hermano gemelo… qué mamada”. En cuanto Jorge me dijo algo del hermano, fue como si me dieran un bálsamo, una solución mágica a todos mis problemas, un deus ex machina. Llamé incrédulo a la novia y me dijo lo mismo que Jorge–. Tiene un hermano, sí, es igualito a él. Yo diría que son gemelos –Ya con ese “yo diría”, valió verga. ¿Son o no son, reina? ¿SON O NO SON? Es como ser puto, sé es o no es. No puedes ser casi puto, o medio puto… ERES O NO ERES. La verdad es que me valía madres. Lo único que deseaba es que llegara cualquiera de los dos cabrones y me sacaran del atorón–. Dame unos minutos, deja que me confirme producción y ¿puedes hablarlo con tu cuñado? –Ya sabe, está esperando que le digan y en cuarenta minutos va para allá.
Ummm, cuñado, en casa de la novia, que sospechoso.
Jorge se acercó a mi–. Ya les expuse lo del hermano gemelo… dicen que no, que ellos escogieron a una persona y quieren que esa persona llegue. Van a estar más tranquilos. Les recordé que ya sabían en lo que se metían cuando pidieron gente que no trabajara en este medio. Me quedo a comer, y acompañarte un rato, a ver si hay noticias de este cabrón. Quédate con mi celular para que le llames.
A partir de ahí, la historia se repite conmigo, marcando un mismo número todo el día, hasta que en algún punto a las seis de la tarde pude comunicarme con el modelo en cuestión. Ya para entonces, habían pasado seis horas o más. Alrededor de unas cuatro horas de retraso. Cuando me comuniqué con él, estaba en la carretera. Todavía tenía que pasar a su casa, a recoger el vestuario y todo lo demás. Tres horas después… llegaba el señor en su coche, con su maleta. Ya para entonces, habían retrasado su viñeta hasta las doce de la noche y la última, a las tres de la mañana. Todo gracias al pendejo de casting, decía alguien por ahí. Nah, el pendejo del modelo, reviraba alguien por ahí. Quien sabe. En esos momentos tristes… casting y modelo son como uno mismo. Sólo por curiosidad, entré al set para ver que grababan (los infomerciales se graban, los comerciales se filman. La diferencia está en la cámara. Trivia).
Los dos cabrones, sentados en un escritorio y en un forito improvisado, leyendo el texto porque no se lo habían aprendido. Uno de esos infomerciales que pasarían a la historia de las conversaciones casuales como uno de los más malos del mes en turno. Hice una mueca. ¿Todo esto, para nada, para una mierda? Prendí un cigarro, me tiré a ver a los chamacos-piedra y desde entonces… no me mortifico si un modelo llega tarde a una filmación.
(día quince, como la quinceañera).