Esperaba que algún dato sirviera para quitar a una o dos de las mujeres que restaban. Mateo le dijo a Casiopea:
—La Dalila que busco sabe andar a bicicleta.
—¿Sabe andar a bicicleta o le gusta andar a bicicleta?
A Mateo le tomó por sorpresa la pregunta.
—Caray —dijo, mirando al teléfono—. ¿Importa la diferencia?
—Claro que importa. Si gusta de andar a bicicleta, puedo buscarlo como parte de sus aficiones y ello nos arrojará un mejor resultado. De otro modo nos arriesgamos a que lo haya puesto como un dato dentro de sus aptitudes y eso no garantiza nada. Todo mundo sabe andar a bicicleta.
—Yo no sé andar a bicicleta.
—Para mí no hace ninguna diferencia. Quien sabe andar a bicicleta decide si ponerlo o no. Quien no sabe simplemente no lo hace. Para mí, los que no lo dicen, tanto saben andar a bicicleta como no lo saben.
El tono de voz de Casiopea, con cada respuesta, se hacía menos impersonal.
—Le encanta andar a bicicleta —se decidió Mateo.
Aunque el recuerdo era breve pudo saborearlo. Ella parecía feliz pedaleando.
—Tienes suerte, Mateo. Dos personas coinciden con tu búsqueda en aficiones: Dalila H. y Dalila Z. ¿De quién deseas más información?
Miró las fotos de ambas mujeres. Una tenía el cabello de aquella Dalila, la otra tenía la nariz.