Cuando miro el banner, el título, el encabezado número 414… me entristezco, y me pregunto si él habrá estado triste. Me pregunto porque no sonrió en Año Nuevo. Tal vez debí decirle algo como “Vagina” antes de tomarle la foto, para arrancarle una sonrisa o una carcajada eterna, de esas que luego se avienta y me desesperan.
Tengo ganas de eliminar, por completo, el encabezado número 414, pero me acabó gustando su expresión de foto antigua, el borrón blanco del mesero detrás de él. Asqueroso y honesto. Me provoca repulsión y me provoca fascinación, hago una mueca cada que miro el título 414 y como buen agnóstico, dudo de su existencia, porque sólo queda en el pasado… y puede que exista, porque estoy mirando esa foto suya.
No era consciente de cuánto me duele verle triste.
Los atentados de Londres del 21 de Julio, el 21-J, como tenderán a llamarlo algunos, consecuencia del 7-J, seguimiento del 11-M y del 11-S. Tantos numeritos y tantas letras. Otras cuatro explosiones (4-E), molestaron a los hermanos celtas, a los hermanos bárbaros y a los hermanos anglosajones. Esta vez, no tuvieron una repercusión mediática tan fuerte, tan sólo se le dio un seguimiento a la violencia a la que estamos acostumbrándonos. De eso se trata Coetzee (Disgrace), de eso se trata Borges, de eso se trata Memín Pinguín (hoy va sin diéresis), de la violencia con la que nos hemos vuelto una simbiosis. Es el número y la energía de medios quien dictará la reacción del ajeno, no de los afectados.
Ayer en la tarde escuché de las cuatro explosiones. Me imaginé a Londres como un gigante de hierro que continúa siendo atacado y como sea, no se verá tan afectado… sus habitantes no publicarán miles y miles de fotos en Sorry Everybody (punto com), lamentando la presencia de Tony Blair. Y me dio una especie de tristeza porque ellos continuarán siendo unos caballeros… aún habiendo otro par de bombazos… y reaccionarán, enérgicamente, sin temor. El gigante de hierro, pensé, obrará distinto contra la violencia. Mientras que aquí, nuestra águila, tan sólo se amalgama con la serpiente y al ahí se va.
Una breve reflexión de Armando Sámano
Mis diez palabras son:
- árbol.
- sol.
- inexorable.
- cabalístico.
- cinco.
- farsante.
- ambiguo.
- otredad.
- soledad.
- chale.
Proyecto Diez palabras.
Todo el día me he sentido incómodo.
Aún viviendo mi ilapso, mi descanso mamuco, no puedo apagar la neurosis. No es un switch que se gira de un lado a otro y de repente, mágicamente [ka-pow], se apaga el ruido. Nunca será así. Sin embargo, hoy hace más ruido que de costumbre. Son muchas las cosas que tengo en la cabeza.
Como tendré mucho tiempo libre, de un momento a otro, me tomaré en serio cierta vocación que empezó en algún momento. Mientras caminaba para comprar un chocolate y una cajetilla de cigarros, pensaba que el llamado surgió por culpa de mi neurosis, del ajedrez que me enseñó mi madre y del deseo intenso de anticiparlo todo. Las tres son una misma cosa. Y esa misma cosa, provocaba una intensa imaginación por buscar los universos, los laberintos, las variantes posibles. Desde chiquillo me he tomado la vida demasiado en serio.
Hay dos concursos de los cuales ya tomé nota y trabajaré en ellos. No serán los únicos y no repetiré mi shock por Padre Taxi y por los cuentitos que se perdieron en el olvido. Ahora si, para no retrasarme más, porque si me la creo me la debo. E igual, así como en el casting de la mayonesa, por joder, ya en el hartazgo, acabo ganándome uno.