Fest esta con el pecho desnudo, pero eso sí, con un pants para cubrir sus pudores anímicos. Si Fest gozara de una enorme erección, tal vez caminaría por ahí desnudo y le diría al mundo, mientras sonríe satisfecho–, Ea, miren, miren ¡qué grande esta! –y entonces, movería tantito las caderas, para que la dinámica y la mecánica hicieran lo suyo. Después de que una viejita se desmayara y una monja consiguiera unas tijeras dentro del hoyo negro escondido en su hábito, se alzaría de nuevo los pantalones, se sentaría en el sillón, prendería un cigarrito y le exclamaría a la monja– ¡Ya pue´! ¡Jesucristo bendito, ya no hay pene! –la monja, entonces, procedería a guardar sus tijeras, le echaría agua bendita a Fest y se retiraría a sus aposentos, a la cámara oscura del sótano incrustado en no sé donde, en la oscura mente de Fest supongo.
Para él es un poco raro escribir aquí porque sintió que lo abandonó, pero es que Big Blogger consumió una semana de su tiempo. Eso, la escuela, las chambitas alternas. Ahora agradece el fin de semana como si estuviera trabajando. Pero él conoce de trabajos donde los fines de semana no existían, por ejemplo Casting, y antes de Casting, su chamba como editor de post-producción más de una vez le requirió los sábados y los domingos. Si algo conoce Fest, es trabajar bajo presión, bajo tiempos cortos y siente que eso ha modificado su percepción de la vida, hasta el punto de pensar que si se hace, se hace ahora, ahoritita cabrón, en chinga, lo más preciso, lo más rápido, lo mejor posible. Tal vez por ello se siente cómodo cuando regresa a Casting, porque ese ya es su modo de vida. En cambio, el del escritor, es sentarse y pensar un rato que escribir, y acomodar las palabritas, darles el giro, el adjetivo, la buena vida y después soplarlas, a una brisa imprecisa, dónde sólo ciertas palabras llegarán al receptor, los significados se confunden, el panorama de otro cambia.
Fest suspira y prende otro cigarro, porque el blog ya tiene un rato abierto. Ya para él es costumbre abrir la hoja en blanco, escribir un momento, luego ocuparse de otras cosas, y regresar a la hoja en blanco. Es un ejercicio. Entre ocupaciones piensa: Escribe. Y eso hace. Sobre todo cuando no tiene un tema definido, cuando sólo se trata de practicar, de divertirse. Él piensa que se esta divirtiendo, Barry White en el estéreo también lo piensa, el humo del cigarro escapándose por la ventana emula una sonrisa matadora, la monja se asoma un poco, desde su cámara oscura, y canta dominique nique nique a dueto con el negro blanco. No hay nada mejor que un sábado a medio día, andar con el torso desnudo y solamente mirar a través de la ventana como el cielo azul, esconde un futuro incierto.