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Agradecimientos

Escribí Aquí no es el cielo en unas dos o tres semanas del 2013, pero el proceso de revisión fue un infierno de unos cuantos años. Nunca había tenido una relación tan difícil con un libro como con este. Me libero de él, o eso quiero creer. Aunque la mayor parte del tiempo lo odié, me hizo mejor escritor. Por eso debo agradecer a las figuras de Dios y del Diablo, quienes fueron las fuerzas creativas detrás de los misterios y revelaciones en estos cuentos y quienes mantuvieron su hogar en ambos hombros, porque quién imagina a los ángeles si puede tener a las deidades de su lado susurrando cuanta porquería mística y guapachosa se les ocurría. Espero me ignoren en los años venideros, ojalá me olviden totalmente.

En segundo lugar, agradezco a mi esposa, Sol González. Una confesión: mi esposa es una persona muy extraña, es muy difícil saber si está de acuerdo conmigo o si me da el avión, así como se ignora a un niño necio o a un perro, pero cuando empecé a sopesar la idea de hacer un crowd funding para publicar este libro porque ya me había hartado de él, ella se vio genuinamente interesada. Creo que es la primera vez que la veo así, lo cual, exacto, no habla muy bien de mí. Supongo que evaluó entre mis quejas por escribirlo y el horrible oficio de editarlo, maquetarlo y publicarlo. Agradezco su participación, su paciencia y todo lo que tuvo que aprender para engalanar la versión final de este libro.

Finalmente agradezco a los más arrojados de ustedes, los que aportaron más a la causa para empujar la hechura de este libro, su versión física, hasta la meta. A muchos de ustedes los conozco, los he abrazado y a otros de ustedes, aunque nunca los he visto, he deseado largamente darles un beso o pellizcarles las nalgas. O, quizás, nada más compartir una cerveza. Quizás whisky. Depende. O todo al mismo tiempo, ¿por qué no? Su generosidad hizo este libro. Ustedes transformaron un año de mi vida en algo mejor y, sí, perdonen la cursilería, también en algo esperanzador. Como este libro trata de azares y arbitrariedad, he puesto sus nombres en una lista de texto y he usado el sitio de random.org para ponerlos en desorden.

Gracias especiales a: Ariadna Molinari, Francisco Siordia, Pepe Flores, Ang Valenzuela, Roberto Ochoa, Marco Aboytes, Adriana Reid, Ana G. Gonzalez, Salvador Hernández, Frida Landa, Luis Carlos Rivera, Alex Alonso, Arisu Méndez, Elsa Hurtado, José Cruz Aceves, Elizabeth Varela Olivas, Graciela Romero, Paola Farrera Saldaña, Claudia López, Karen Julieta Flores Camacho, Salvador Leal, Fernanda Hernández Gasca, Rodrigo Mena, Jesús Mora García, Sol Morales, Alma Torres, Rose Sousa, Luis Boiler, Georgina Buentiempo, Manuel Siordia, Roberto Arenas, Yamhilette Licón, María Mendoza, Imperio Shanks, Claudia Cabrera Espinoza, Ricardo Méndez, Oscar González Aguayo, Aurelio Asiain, Francisco Teyuco Arturo González, Yunuén Rosas, Anabel Gutiérrez Sánchez, Isaura Aza Ñañez y Sergio O. Salazar.

Es un honor que sus nombres formen parte de este árbol. Ya están adentro, aquí conmigo, en los aros de mi tiempo.

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Epígrafes:

Hay quien sostiene que le salen llamas de la boca,
pero esa debe ser una imagen literaria;
o quizá alguien ha tomado por fuego la saliva rojiza
que le sale continuamente de las fauces.

–J.R. Wilcock

Of his strange language all I know is,
there is not a world of fear.

–Walter Savage Landon

But what’s puzzling you
Is the nature of my game.

–The Rolling Stones.

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