Quisiera guardarte un poco de honor, ya estoy cansado de jugar al gato y el ratón, entrégate… nada más entrégate. Sé que no abrirás la puerta, pero te advierto que el desastre será mayor si el hambre me vence. La rata no tarda en perder su última gota de espíritu dentro de mi cuerpo. Si eso pasa ya no seré Bob, el cacto, sino seré el monstruo que se tragó a su mejor amigo, a su dueño, o cómo deseés llamarte. Eso, sal de ahí, toma asiento y podré platicarte que cuando Salcedo no miraba mi reloj de seis mil dólares dando vueltas sobre su eje, y cuando no admiraba el verde bandera de mi Jaguar, y cuando Salcedo no pensaba en el aborto de su hijo, ni en cómo traicionarme con mi padre, ella sonreía de la manera más hermosa. El cuarto entero se iluminaba de verdes, aunque mis recuerdos ya lo ven como una refracción de amor azul, lacónico, triste… el amor no correspondido… eso es de lo más horrible carnal, ¿te molesta que te diga carnal? No creo, la confianza, sabes… ¿Sabes por qué? Porque desde el principio reconoces su falsedad pero te juegas todas las cartas para romper leyes y convertirlo en lo que deseas. Como el chiste de la botella y los borrachitos–: ¿Nos la mamamos compadre? –Ah chingá, ¿y la botella es para darnos valor?
Ahora que estoy perdiendo consciencia, soy más propenso a divagar, no hagas caso. Afuera el niño Torres esta enseñándole a su mamá la belleza de un diente de león. ¿No es hermoso el niño Torres? Me hubiera gustado saludarle. Le haré un favor al niño Torres, enviaré lo poco que me queda del conocimiento del flujo natural y ya verás carnal, cuando crezca, será uno de los niños más inteligentes y honorables. Quien sabe. Igual hasta creen que es el propio Cristo renacido. No me mires así, es inútil pedirte perdón ahora que estamos en esta… huh, ¿escuchas cómo me ruge el estómago? Falta poco tiempo, de veras no quisiera hacer esto. Te propondría que tomaras el cuchillo pero mis espinas se dispararían automáticamente, sintiendo el peligro. Tu error fue ponerme agua cada lunes, como un acto religioso y rutinario, permitir que creciera, permitirme vivir. No debiste hacerlo. Es como la fábula del escorpión y la rana, ¿sabes? Qué los dos tienen que cruzar el río, y la rana le dice al escorpión: “Anda, súbete a mi espalda, los dos cruzaremos el río juntos. Nada más que no me piques… porque si no, nos ahogaremos”. El escorpión asiente solemnemente, se sube a la espalda de la ranita, y ahí van los dos gozosos y jubilosos. Tú eres la rana, por si no entendías. A mitad de camino, el escorpión le pica a la rana y mientras el escorpión mira su inminente muerte por ahogo, y la rana escupe sus órganos vitales hechos pulpa por el veneno, esta alcanza a preguntar–. ¿Por qué lo hiciste? –¿Y sabes qué respondió el pinche escorpión?
–Porque es mi naturaleza.
Y no me arrepiento, de nada lo que hice y tampoco, estoy rechazando nada de lo que me pasó. Si te soy honesto, el tener que alimentarme de ti debe ser el momento más doloroso y más injusto de toda mi vida. Pero es mi pinche naturaleza carnal. Igualito que el escorpión. Alguien esta tocando la puerta, ¿será el niño Torres? Y esta haciendo un calor de la chingada. ¿Será el niño Torres? ¿El niño Torres sabe de mí? El flujo natural dentro de un niño debe ser poderosísimo. Las paredes se están tiñendo de rojo, el calor, hace calor, ¿están apagadas las hornillas? Siguen tocando la puerta. ¿Si te asomas por la mirilla para ver quien es? Ándale, mi cena puede esperar. Una sombra enorme en la cocina. Oh… ya lo estoy entendiendo todo. ¿Dices que no merezco morir? No entiendo, si ya estoy muerto, no entiendo a qué te refieres. Ah… que no merezco el infierno. Satanás esta en la puerta, ábrele, es hora de cobrar mi contacto, si tienes suerte el hambre logrará que me lo coma completo… pero no creo, ningún espíritu puede ganarle a uno tan antiguo como él. La Muerte, sin embargo, esta comiendo una manzana en la cocina. ¿No quieres abrir la puerta? ¿No quieres invitar a La Muerte a comer a la sala? Espera… espera… ¿Sabes por qué La Muerte esta en tu cocina? Porque no sabe si te voy a matar. Si fuese así, entonces estaría tocándote el hombro en este momento y estaría admirando mi dolor de hambre. ¿No te sientes mejor? Abre la puerta, permite que Satanás entre a cobrarse o si no, La Muerte se terminará la manzana y se habrá terminado tu tiempo. El mío ya esta perdido.
…Gracias.
–Gracias mi buen señor, ¡y muy buena tarde tenga usted! Le agradezco mucho el haber cuidado a la planta que se escapó de mi circo hace un par de años, porque… verá, es una planta parlanchina. ¡Si viera cuánto tiempo me pasé entrenándola! Aunque la puritita verdad, y eso es acá entre usted y yo, es que es un enano disfrazado de cacto. ¡Así como lo oye usted! Lamento mucho haberle causado problemas, pero es que tardé mucho tiempo en localizarle, ¿sabe? ¡y hemos atrasado los viajes como por un mes por culpa de este enanín! Sin embargo, lo queremos como a un hermano… nos sentíamos tan solos sin él. ¿Qué? ¿Qué usted se sentirá sólo si no esta? Lo siento mi buen señor, si hubiera alguna manera de rescatarle … ¿dije rescatar? ¡de que usted se lo quedara quise decir! La presión y los nervios, ja, ja, ja. Prometo enviarle una invitación para que lo vaya a ver cuando estemos en la zona metropolitana de nuevo, en serio que si… O bien, podríamos hacer un trato usted y yo… ¿Quién esta en su cocina, qué ya se termina la manzana? ¡Parece que anda ya algo apresurado! Bueno, escúcheme bien, podemos hacer un trato usted y yo, cállate un segundo enanín que estoy haciendo un trato con el señor, eso es, así. Ya que usted sabe perfectamente quien soy y nos lo hemos estado callando por educación, creo que tendré que romper ese acuerdo silencioso para que usted entienda perfectamente lo que se juega. Al cacto debo llevármelo, ese es el trato y no hay manera de romperlo. Sin embargo, no puedo llevármelo al infierno si usted decide jugar. Y el juego es así: si puede encontrar el camino a donde me lo lleve en tres meses y si usted puede escapar con él, entonces ambas almas estarán salvadas. De no ser así, entonces me los llevaré a los dos, derechito al infierno. ¿Qué dice? ¿Si? Mire Señor… La Muerte esta de testigo, recargado en el canto de la puerta… firme aquí por favor, ahora aquí… diga las palabras mágicas, muchas gracias… es un placer hacer tratos con usted…
**Fin de la primera saga de Bob, el cacto.**
Índice
- La trágica historia de Bob, el cacto
- La lujuriosa historia de Bob, el cacto
- La guillotinada historia de Bob, el cacto
- La inspiradora historia de Bob, el cacto
- La esotérica historia de Bob, el cacto
- Los recuerdos digitales de Bob, el cacto
- La dudosa batalla entre el árbol y Bob, el cacto
- El último placer culpable de Bob, el cacto
- El sueño finito de Bob, el cacto
Créditos
Foto de Eva.
Este cuento forma parte de los fotocuentos que estaré escribiendo en este blog. Si quieres formar parte o enviar una foto, lee este post.